PODER AL DERECHO… ¿Feliz regreso a clases?
Por: Erick R. Solís Tavizón
Derivado de la pandemia que genero el COVID-19, se suspendieron las clases presenciales en todo el mundo. Para continuar con las actividades formativas, en México se implementó un programa de educación a distancia, al que decidieron llamarle “aprende en casa”. No obstante, hace unas semanas cumplimos un año desde que iniciaron las clases virtuales y cierre de planteles, desde entonces, han sido muchas las voces que exigen que se reabran las escuelas por el bien de los alumnos, quienes no han adquirido los conocimientos, ni desarrollado las habilidades necesarias, amén que quedó de manifiesto la gran desigualdad de oportunidades, acceso informático y telemático, entre otros recursos indispensables para aprender a distancia.
La Secretaría de Educación Pública (SEP) se ha pronunciado al respecto y su postura es, que la apertura de las escuelas se dará cuando las condiciones de salud pública así lo permitan, lo anterior ha preocupado y enfadado mucho, (en su mayoría padres de familia), pero, por otro lado, se ha convertido en un alivio para miles de alumnos que prefieren no regresar a las aulas porque han sido sujetos en mayor o menor medida de acoso escolar. Y no es que no quieran estudiar, o aprender, sino que desean evitarse el sufrimiento de la humillación, el acoso, los golpes y los constantes insultos de compañeros y en ocasiones hasta de sus propios maestros.
La SEP, define al acoso escolar como: “Toda conducta intencional, direccionada, frecuente y en desigualdad de poder (ya sea física, de edad, social, económica y otras) que se ejerce entre alumnos/as en el entrono escolar, con objeto de someter, explotar y causar daño.
El acoso y violencia escolar, también conocido como “Bullyng”, se puede manifestar de diferentes formas. Son los repetidos insultos que un grupo de alumnos manifiestan en contra de uno de sus compañeros; son apodos con los que lo marcan o humillan; son empujones, zapes, golpes o patadas con los que agreden a la victima todos los días, o bien, son los chismes que inventan y difunden sobre el o ella para hacerlos sentir mal, son los chistes que se hacen entorno a su apariencia física o comportamiento en general; etcétera.
En este grave problema que se vive en todas las escuelas del país, existen tres sujetos involucrados principalmente: el acosador, la víctima y el sujeto indiferente. El primero es quien agrede, sea verbal, física o psicológicamente. El segundo es quien padece la agresión, y el tercero es quien observa todo a cierta distancia, pero no hace nada. No participa para mal, pero tampoco funge como denunciante, los indiferentes pueden ser alumnos, maestros, personal de las escuelas o hasta padres de familia.
El acoso escolar se caracteriza principalmente por la constancia con la que los alumnos repiten los actos, y los alumnos que la sufren, cambian su percepción con la relación a la escuela y pierden el gusto por asistir a clases.
En el peor de los casos, la violencia escolar deriva en la muerte de los alumnos.
Gracias al cierre de escuelas, las víctimas han tenido un gran respiro, el cual se ha extendido por mas de un año. Lamentablemente, esta situación no puede ser eterna y en algún momento deberán de volver a clases. Siendo así, queda en el aire la pregunta sobre que se ha hecho durante estos meses de confinamiento para abordar, evitar el problema y evitar su resurgimiento en cuanto se de la reapertura de las escuelas.
Maestros y padres de familia pudiésemos aprovechar este tiempo para valorar lo que sucedía en las escuelas, entender los orígenes del problema y proponer estrategias de comunicación e intervención efectiva.
Quiero pensar que docentes, padres, alumnos y sociedad en general aun estamos a tiempo de convertirnos en una forma de bomberos que pueden contribuir en la extinción de las llamas de ese infierno llamado “bullying”. Aún estamos a tiempo de apagar el fuego que consume a miles de nuestro niños y jóvenes y que, al extenderse a otros espacios sociales, amenaza con devorar mucho de lo bueno que todavía tenemos en sociedad.
ES Cuanto.
Por: @ErickSolisT