PODER AL DERECHO… ¿Qué sigue?
Por: Erick R. Solís Tavizón
El pasado proceso electoral se recordará por lamentables acontecimientos, mismos que serán recordados a través de los años; y no, no me refiero a las actuaciones de Alfredo Adame, “Blue Demon” o Paquita la del Barrio en su debut y despedida en la arena política, sino porque los comicios que concluyeron el domingo fueron catalogados los más violentos en la historia de nuestro país, ello derivado al numero de asesinatos que sufrieron candidatos y miembros de organismos políticos. Desafortunadamente, en pocos días la opinión publica se olvidará de las personas que perdieron la vida por sus derechos políticos y la libertad de expresión, en la mayoría de los casos en con impunidad; pues resulta obvio que la reparación del daño será nula para las familias de las víctimas, sin que el estado se haga responsable y pasará desapercibido en unas semanas porque vivimos en una sociedad en donde la violencia es solo un número, sin prevención, y sin justicia.
Pero, la violencia no solamente son muertes, también es sinónimo de prácticas clientelares, de esclavitud moderna de una ciudadanía cooptada por un sistema de partidos políticos. Sin ningún proyecto de ciudad o de país, sin ninguna ruta para de desarrollo o crecimiento; la mayoría de los partidos movieron estructuras financiadas ilegalmente como es costumbre y como se hace cada tres o seis años en cada rincón de nuestro país.
En el pasado proceso electoral también hubo un prometedor crecimiento de candidaturas de jóvenes, y muchos lo vivimos con la esperanza de que ser joven es ser diferente. Si bien, la participación de las y los jóvenes debe crecer aún más para lograr una mejor representación en los órganos legislativos y de toma de decisiones, pero, el simple hecho de ser joven no asegura otra forma de hacer política; ya que, en varios partidos se presentó y fuimos testigos de cómo jóvenes ignorantes han reproducido viejas practicas de compras de voto, de “lideres seccionales”, de extorsiones y amenazas, de todas esas pericias que aminoran la calidad de los procesos electorales.
Sería imposible hacer un análisis de todo lo que ocurrió en el pasado proceso electoral en una sola columna, pero, ¿Qué sigue? Sigue que construyamos juntos una verdadera democracia basada en una política de causas. Hagamos que el activismo incida no solamente en los gobiernos o en los recintos legislativos, sino también al interior de los partidos políticos que son el origen del problema por su funcionamiento rígido y por la reproducción de practicas antiguas basadas en la sociedad paternalista, en el autoritarismo, y en la ausencia de autocritica constructiva.
Durango ya lo demostró, pues a pesar de que fueron elecciones intermedias en las que históricamente estamos acostumbrados a ver poca participación, la sociedad duranguense decidió salir a las calles a emitir su sufragio, nuestro estado cuenta con todo el potencial para que sea el inicio de una nueva forma de hacer política a partir de los movimientos sociales, del activismo, de la sociedad civil, y de vecinas y vecinos que a diario luchan para garantizar sus derechos, sus libertades y su acceso a un Gobierno que cumpla con sus obligaciones. La única solución para salir de la reproducción clientelar, de la violencia y la polarización entre los de antes y los de ahora, (que prácticamente son los mismos), es la unión entre estas causas, entre estas organizaciones territoriales o comunitarias vecinales que buscan un buen gobierno basado en lo profesional y no en el reparto de un botín de cuotas y cuates.
Sigue que aprendamos del pasado con un diálogo transgeneracional basado en la verdad, sigue que impulsemos las bases de un verdadero movimiento de ciudadanos, basado en propuestas reales, en acciones, en consecuencias; pero, sobre todo, siempre apegado a Derecho.
ES Cuanto.
Twitter: @ErickSolisT