Por: Alberto de la Rosa Olvera

En diversas ocasiones he dado testimonio del juego de vencidas entre 10 consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE), encabezados por su presidente Lorenzo Córdova Vianello y la Cuarta Transformación (4T).

Los integrantes del máximo órgano de gobierno del Instituto Nacional Electoral, han defendido su presupuesto millonario; han atacado por los medios políticos y legales la reducción a su presupuesto y no obstante a ello, mantienen los salarios superfluos, no respetando la máxima cuatroteísta de que nadie de debe ganar más que el Presidente de la República, así como en controvertir ante la Corte el caso de la Ley Bonilla en Baja California.

Esta pelea registra un nuevo round, se trata de la negativa del INE en brindar al Gobierno de la República los datos biométricos de todos los mexicanos mayores de edad que se encuentran inscritos en Registro Federal de Electores, esto para construir la cédula de identidad nacional.

El INE aseguró que la ciudadanía mexicana puede tener plena confianza de que este órgano autónomo no escatima en mecanismos, ni medidas de seguridad físicas e informáticas para blindar el resguardo de la información de las personas.

Con corte al 17 de enero de 2020, el padrón electoral está integrado por 89 millones 903 mil 166 registros de 46.5 millones de mujeres y 43.3 millones de hombres; en teoría todos ellos cuentan con credencial para votar con fotografía y sus datos biométricos como las huellas dactilares y el iris de los ojos, se encuentran en la base de datos de la autoridad administrativa en materia electoral.

La base de datos del padrón contiene información como nombre completo, domicilio, fecha de nacimiento, género, fotografía, firma, CURP, clave de elector y las 10 huellas dactilares de los ciudadanos.

El INE solicita desde 2001 además datos biométricos, es decir, las huellas dactilares y los rasgos faciales, con el objetivo de evitar duplicidad en los registros y depurar la base de datos. La totalidad de los registros en la base de datos tienen biometría facial; 75 millones, es decir, casi 83 por ciento del total, cuentan además con la información biométrica de las 10 huellas dactilares. Además, el INE ha construido un padrón electoral confiable, actualizado, verificable, auditado por especialistas y revisado continuamente por partidos políticos y electores.

Con todo esto, el consejero presidente del INE, argumentó que la institución que preside respeta lo estipulado en la legislación de la protección de datos personales, de manera que en eso fundó y motivó la negativa a la secretaria de Gobernación; cuando políticamente pudiera entenderse como la venganza por los recortes presupuestales.

Es de sobra conocido que López Obrador quiere terminar con la burocracia dorada de los órganos constitucionales autónomos, para lo cual ha colocado incondicionales en ellos como son la Suprema Corte, la Comisión de Derechos Humanos y los entes relacionados con la regulación de la energía; ahora acaricia la posibilidad de que la Cámara de Diputados designe a cuatro consejeros electorales que sean afines a la 4T y funjan como el Caballo de Troya que venga a transformar al INE desde sus entrañas, porque de nadie es desconocido que esta institución no ha escapado de las garras de la corrupción, los despilfarros y el nepotismo en la asignación de plazas del servicio nacional de carrera.

Así pues, el próximo mes tendrá que iniciarse el procedimiento para nombrar las cuatro vacantes que habrá en el Consejo General del INE, y todo apunta que esta pelea se irá a 12 rounds.