Por: Iván Ramírez

Morena es un partido reciente y por lo tanto estamos presenciando sus primeros pasos. Habrá momentos en que lo veamos caminar de forma segura sintiéndose poderoso pero una caída fuerte y otra media docena de caídas leves le harán saber que aún es endeble.

Hace unos meses su padre lo dio en adopción a la sociedad; ahora lo veremos crecer y a pesar de advertirle y tomar medidas, registraremos en su expediente médico que un 2 junio choco contra la esquina de la mesa y se abrió la frente o metió los dedos en el enchufe de la luz, pero, entre regaños y abrazos Morena saldrá adelante tras haber aprendido una dolorosa lección.

Mientras esté conformado por seres humanos será imperfecto, pero madurará y se irá fortaleciendo. El proceso de consolidación de un partido político dura años.

Ya no es momento de buscar culpables, lo hecho, hecho está.  Se sabe quién no ha trabajado y quién sí, o quien usa sólo la marca y repite como perico no robar no mentir y no traicionar, aunque la lengua le sangre. Al final quien  juzgue y  dicte sentencia será el ciudadano con credencial de elector.

Este proyecto puede estancarse si se continúan sembrando odios, divisionismo o una especie de xenofobia que raya en la búsqueda de una raza pura que no existe. Para retomar el rumbo hay que empezar por la reconciliación, y sí, el pugnar por una cultura del respeto a la antigüedad y al trabajo realizado, obviamente, aunado a la capacidad y voluntad de servir.

Si bien la “meritocracia” no es un inserto en nuestro sistema y en la sociedad, se puede impulsar desde un organismo ciudadano (partido político) y para ello debe implementarse primero en el mismo. Así que hay que sembrarla, regarla y fumigarla para que las plagas no la devoren, y hasta donde sea posible, cuidar que no se llene del excremento que abunda en política, pues no es exactamente ese tipo de abono el que requiere.

Llamar a la unida no es suficiente, hay que extender la mano aunque sea a regañadientes porque la energía y comunicación debe fluir. Es necesario hacer una cadena, una red sólida, pues queda claro que Morena no tiene tal estructura en el estado.

Bienvenidos los recién llegados, pero no intenten cambiar espejitos por oro, en Morena no hay esclavos ni amos; el sólo pensarlo ofende y descompone las cosas. La experiencia en gobernar y legislar combinado con la voluntad y visión de un país mejor, será una mezcla exitosa, sólo hay que respetarse.

Se perdió en las urnas, en pocas palabras, los ciudadanos nalguearon a Morena por algo que hizo mal, eso deberá revisarse al interior.  Pero no salir a los medios y portarse como “cobardes poselectorales” pateando al caído para lucirse, mostrarse ante los demás como valiente y quien tenía la razón. La gente ya juzgo y sentencio, ellos ya saben lo que pasó y no les gustó ¡punto! Los ciudadanos no se equivocan.

Hay que intentar erradicar el divisionismo, el canibalismo, e insistir en extender la mano una y otra vez hasta encontrar otras que quieran construir. De no ser así, los demás partidos seguirán comprando palomitas para ir al teatro de Morena donde un día verán a Cain y Abel y en la siguiente función presenciaran cómo las hermanastras de «Cenicienta» le desgarran el vestido morenista para que no vaya a la fiesta.