Puerta Interior
Por: Norma Huizar
“Comadre, yo la verdad si extraño el apretón de manos, el abrazo, me hace falta el contacto físico” – me dijo mi compadre un poco compungido. Y sí, la verdad es que la pandemia nos ha cambiado todo, -aunque a no a todos-.
Ahora resulta que yo anhelo ir a un baile de gala, cuando la verdad siempre los he detestado, desde que era adolescente y mi madre me obligo a ir a tres o cuatro para lucir en sociedad. Es obvio que no funcionó, y pues nunca brille en sociedad.
Pero más allá de un baile, extraño las reuniones con mis amigas, que, aunque no eran muy frecuentes, eran muy reconfortantes.
¿De verdad éramos felices y no nos dimos cuenta?
Me hacía feliz ir al puesto de tacos de tripas, y estar todos encima de otro peleándonos por la salsa, al mercado Gómez Palacio a comerme un muy bien servido caldo de res con “La Popis”. Extraño ir a la presentación de un libro, ir al cine con mis hijos y hasta las reuniones de trabajo me hacen falta.
Todos nos besábamos al llegar y al despedirnos, yo abrazaba a los de más confianza, siempre me ha gustado demostrar mi afecto con cercanía física.
Bien dicen que lo que más te prohíben, más lo haces, por eso no nos quedamos en casa, pero Gatell nunca lo entendió.
Hasta se me antojo una cerveza bien fría cuando no había en todo Durango, y a mí nunca me ha gustado la cerveza. Si definitivamente, la pandemia nos ha cambiado muchas cosas.
Aclaro también que escribo esto desde mi situación de universitaria que recibe su salario puntualmente y que puede trabajar cómodamente desde su casa.
Todo ha cambiado y dice Gatell que así se quedará, la “Nueva Normalidad”, con la “Susana” metida en la vida de todos.
Y me preguntó, ¿Ahora cómo serán los que apenas se empiezan a conocer e iniciar una relación amorosa?
Hasta que cita tendrá uno la confianza para besarse con el otro, ¿Y para tener sexo?
Verdaderamente esto de no tocarnos es una tragedia, me deprime y deprime mi sistema inmunológico, ya de por si deprimido por el medicamento.
A veces lloro, a veces grito, otras no quiero ver a mi familia, quiero salir, pero cuando salgo quiero regresar a mi casa lo más pronto posible. A veces quiero salir corriendo, ¿Pero a dónde?
Quiero ir a la oficina, y cuando voy, siento que puedo contagiarme y llegar con el virus a mi casa y enfermar a mis hijos. Creo que debemos hablar más de cómo nos sentimos, que pensamos, como le hacemos para dormir, para levantarnos día a día.
Fingimos que estamos bien, que hay que hacer algo para aprovechar la pandemia, pero luego alguien dice: “No hagas nada, solo sobrevive a algo que nunca habías vivido”.
“No te estreses, solo fluye” –dice Gerardo- que siempre fluye y no se angustia.
A veces no puedo dormir, a veces no puedo despertar, a veces cocino muchas cosas ricas y abundantes. A veces no siento hambre.
A veces leo, bordo, tejo, hago manualidades, hablo con mis amigos, y luego no quiero saber nada de nada. Ya tomé tres cursos en línea, -por cierto, que agotador fue-.
Ustedes que sienten, cuéntenme. Hablemos y dejamos que afloren las emociones que siempre estamos reprimiendo.
Escríbanme a… @_NormaHuizar_
Y si compadre – yo también necesito el contacto físico, el apapacho de mis amigos, sentir que en un abrazo me fundo con el otro, y que en un beso entrego todo el amor.
Twitter: @_NormaHuizar_