Por: Norma Huizar

Soy mujer de esta generación que gana más que su pareja. Al principio no me molesto. Pero poco a poco fui sintiendo que él se instaló en una zona cómoda, no importa cuántas horas trabaje extra, que tan tarde llegue y que no me haga cargo de nada de la casa.

Él está ahí, esperándome sin reclamos y sin molestarse. Mis amigas dicen que soy mucha mujer para él, y que es capaz de fingir acerca de que le pongo los cuernos con tal de no perder su vida cómoda conmigo. Esto me lo dijo A.

“Está enojado otra vez. Me ayuda, pero finalmente hago todo: La casa, el trabajo, los niños. Cuando quiere tener sexo si me dice mi Reyna, mi amor, se porta cariñoso, pero después todo vuelve a ser frio y distante. Creo que no es bueno que trabajemos las mujeres”, lo dijo E mientras me hacía una trenza.

Oye, F está igual y yo. Nomás que no decimos que estamos medio frustradas porque nuestros hombres ganan menos, y porque socialmente no es bien visto.

“Eso de que las mujeres trabajemos, solo hizo a los hombres más conchudos. Todos son iguales”, dice T, “si no les dices haz esto o aquello, nunca lo hacen. De repente siento que tengo otro hijo más y no una pareja para avanzar juntos”.

Recordé a Sergio que dice que los hombres no encuentran su lugar ante la nueva forma de estar en pareja.

No es fácil ya no ser el proveedor y que las mujeres sean independientes y autosuficientes en casi todo. Por eso hay crisis de identidad en las parejas.

Por su parte, las mujeres sienten que ya no necesitan de un hombre y eso es bueno, magnifico diría yo.

¿Pero dónde queda la familia? Los hijos necesitan de las dos figuras, necesitan un equilibrio.

La verdad los hombres son así, medio inútiles y atenidos a que nosotras podemos con todo.

Yo sé que comprar en el súper, que voy hacer de comer, que lujos podemos darnos con el dinero que queda, cuando hay que lavar la ropa, separarla por colores. Sé cuánto aguanta el tanque de gas, cuando hay que pagar los servicios de la casa y cuando hace falta surtir los garrafones de agua.

Y entonces las nuevas generaciones dicen que para qué vivir en pareja. Mejor tú en tu casa y yo en la mía. Esto me dice E.

Nos vemos con más ganas, no caes en la cotidianeidad de estar juntos y soportarnos el carácter, los eructos, las enfermedades y convivir con una familia que me cae muy mal y yo a ellos. Así estamos mejor.

En definitiva, los hombres fueron los beneficiarios de nuestra emancipación. Y nosotras salimos más jodidas, como siempre. Es como una maldición histórica, porque ahora trabajamos, tenemos éxito, pero también nos ocupamos del hogar y eso no es equitativo.

Súmale que casi no hay trabajo para hombres en este momento, no hay, o buscan rogando a dios no encontrarlo. Nosotras nos adaptamos fácilmente, ellos no.

Ahora con la pandemia medio estamos en crisis otra vez, pero para qué dejarnos, empezar de nuevo me da flojera. Finalmente, cambiar de pareja no es la solución. La solución es decir que no me hace sentir bien.

Posdata: Así las charlas con las mujeres.

Twitter: @_NormaHuizar_