Por: Iván Ramírez

En cualquiera de las versiones de la película “el karate kid” aparece un viejo maestro de kun- fu entrenando a un joven mediante técnicas poco ortodoxas, pues el tiempo corre y el torneo de artes marciales cada vez está más cerca. El joven sigue al pie de la letra las indicaciones, pero las tareas monótonas, aparentemente sin sentido, empiezan a fastidiarlo física y mentalmente, haciendo crecer sus dudas respecto al viejo maestro. Al final,  ganan el torneo.

En estos primero seis meses le han llovido críticas a la forma de gobernar de López Obrador y empiezan las dudas entre algunos que lo apoyaron, que aunque no lo manifiestan, les cala hondo la posibilidad de haberse equivocado.

¿Hacia dónde dirige la mirada el Presidente?, pues no sólo ve a un numeroso grupo de personas desde un templete, ni cientos de manos que lo quieren abrazar en el aeropuerto o lo interceptan cuando transita por las carreteras del país. En su mente está un modelo de Gobierno en el que un cargo público no sea sinónimo de sacarte la lotería o la oportunidad de traer chofer, dos secretarias, boletos de avión y embolsarte unos cuantos millones de los programas sociales o de los «moches» por licitaciones arregladas.

Está preparando el terreno para que lleguen personas con vocación de servir, no de servirse, en el que la mayor recompensa sea  ayudar a la gente y con eso contribuir a la construcción de un mejor país. Impulsar un círculo virtuoso de un ganar-ganar, social.

Que se olviden de un Gobierno en el que el arca está abierta y los sueldos son estratosféricos. Vamos, se busca erradicar esa costumbre de hincharse los labios por mamar la ubre hasta dejarla seca.

Servir a la gente, al país, esa es la tarea.

Hay prisa por implantar un modelo de Gobierno que le urge a México, por eso están operando sin anestesia y nomás apretamos los ojos, los dientes y gritamos “¡Aay ca…! ”. No es fácil ver que te abran el estómago estando consiente, ver cómo te sacan las tripas, cortan y  las acomodan para después cerrar con aguja e hilo. Hoy no se contrató a los anestesiólogos de siempre (las grandes televisoras) con su  anestesia de futbol, programas chatarra como “Laura de América” o noticias sensacionalistas que duraban semanas para desviar la atención de la población, pues esto no está contemplado en el presupuesto de esta «Cuarta Transformación».

Se busca que la gente se vaya acostumbrando a ser servido y no a ser ignorado desde una camioneta con rótulos de Gobierno, de esas que se alejan levantando polvo y echándole indiferencia a un hombre que sostiene una receta médica.

Que la gente se acostumbre a respirar humildad y una buena atención en las oficinas gubernamentales, algo que aún no llega porque esto apenas empieza.

Sí, nos dejaron un cascaron de país y sabemos cómo hacían las cosas. Durante muchos sexenios les creímos, los dejamos, nos acostumbramos. Ha pasado mucho tiempo y carecemos de algunos puntos de referencia para saber si vamos bien. No estamos acostumbrados a ver una forma diferente de gobernar y  eso nos hace dudar.

Pocos entienden a Andrés Manuel y por eso algunos prefieren guardar silencio o tocar retirada del proyecto. Es cosa de tiempo, todo tiene un porqué, un objetivo, un fin. Tal vez sus métodos no son los tradicionales, pero tradicionalmente a este país se lo estaba llevando la tiznada.