Por: Erik González

Sin duda queridos amigos, el pacto “Peña- Calderón” que según Álvaro Delgado inicio en 2006, cuando Peña Nieto favoreció a Calderón con 200 mil votos al menos. Este acuerdo no se habría limitado a un tema electoral transexenal y de facilitar el regreso del PRI al poder en el 2012, por el contrario, tendría un propósito profundo de muchos negocios en los que caminarían juntos arrastrando a sus respectivos partidos seducidos por el destructivo modelo neoliberal, teniendo como punto de llegada al aprobar el pacto por México y que enseguida daría lugar a las reformas estructurales. Lo que no se sabía con claridad era “el modo operandis” con el cual se aseguraría la reforma energética y la entrega de Pemex. Ahora se sabe que fue por medio de sobornos vinculados a Odebrecht que se les entregó a legisladores de casi todas las bancadas, pero principalmente del PRI y el PAN teniendo como cerebro financiero a Fabiola Tapia para desplegar toda la operación de compra de voluntades y conciencias a cambio de un puñado de dinero.

Según las informaciones fueron repartidos al menos cincuenta y dos millones de pesos, que serían pagados a legisladores del Acción Nacional que en los hechos nunca fueron de oposición.  Todos señalados por Emilio Lozoya por recibir sobornos en un esquema multimillonario en el que estaría involucrado Ricardo Anaya quien en ese momento estaría como Presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados. Otros de los primeros involucrados fue Ernesto Cordero, Francisco Javier Conejo, colaborador cercano de José Antonio Meade. También comprendería a José Antonio González Anaya, Javier Lozano, Roberto Gil Zuart y muchos más legisladores que inclusive ahora son gobernadores; según el periodista Mario Maldonado los personajes que podrían salir salpicados que fungieron como aval de la reforma energética y sus leyes secundarias y que además presuntamente recibieron sobornos a cambio de su voto son: Carlos Mendoza Davis, Martin Orozco Sandoval, Francisco Domínguez , Francisco Javier Cabeza de Vaca y José Rosas Aispuro Torres, este último quien estuviera como vicepresidente en el Senado.

Los únicos que parecen salvarse de todo este bolo de corrupción fueron Javier Corral y Ernesto Ruffo, quienes votaron en contra de la Reforma Energética.

Desde mi punto de vista queridos amigos, ahora está claro que el presidente Obrador no se equivocó en hablar de la corrupción del “PRIAN” como un mismo grupo coordinado. Ahora Emilio Lozoya pone sobre la mesa el pacto de corrupción más grande en la historia de México exhibe a una clase política podrida tocando fondo y que en los próximos días pondrá en aprietos a personajes claves de la derecha apátrida. En todo este negocio sin duda que no quedaron fuera los medios de comunicación y empresarios, pero esa ya será una historia más para contar queridos amigos.