Por: Erik Humberto González

Queridos amigos, todo consiste en vender y vender, convertir todo en dinero, sin importar los costos que esto tenga para los hombres y sus valores humanos. Esa es la inercia del actual sistema del capitalismo o neoliberalismo para algunos vigente todavía, mientras que para otros un sistema molido y fallido. Movimiento contrarrevolucionario, pero al mismo tiempo sistema de poder que en su conjunto aspira a imponer un Gobierno global por encima de la soberanía de los países a beneficio de unos cuantos. Este Gobierno supremo incluye no solo el control económico de compra y venta de los ciudadanos de todo el mundo, sino que por medio de herramientas psicológicas que colonizan y enajenan la mente de las personas moldeando los estilos de vida e imponiendo valores que reducen “el todo” a un tema de ganancias que por cierto cada vez benefician a unos cuantos y que dentro de sus resultados han creado directa o indirectamente un empobrecimiento de las personas espiritual, material y culturalmente. Nos han hecho pensar que, quienes tienen los carros de lujos, el celular más nuevo, las joyas más caras y el dinero son los que valen y por el contrario quienes no tenemos ese estilo de vida no valemos: es parte del poder supremo fundado en una exacerbada ambición por fabricar dinero a costa de la humanidad y los valores fundamentales del ser humano.

En este poder, los medios de comunicación y ahora las redes sociales juegan un papel indispensable para los dueños del dinero y de las apps. Pues les ha resultado una excelente estrategia para controlarnos y no es de extrañar amigos, que WhatsApp, haya decidido en este inicio de año, cambiar sus “condiciones del servicio” y su “política de privacidad”. La condición del poder supremo es que debemos aceptar esas nuevas clausulas para poder seguir usando la aplicación a partir del 8 de febrero.

Según las nuevas políticas el usuario tiene que proporcionar número móvil y perfil, contactos, estados y datos de pago y transacciones mediante la app. La información recopilada automáticamente es uso o actividad (tiempo, frecuencia, duración), registros, dispositivos y tipos de conexión, ubicación y cookies. Lo peor y lo más siniestro es que todos estos datos de usuario de WhatsApp se compartirán con Facebook para “ayudar a operar, proporcionar, mejorar, comprender, personalizar, respaldar y comercializar servicios y ofertas”. En otras palabras, la cosa no es menor, nos van a vender para convertirnos en una clientela fácil y seguir con esta inercia de compra –venta desmesurada y que raya en el absurdo pero que es más real que nunca queridos amigos. Cabe aclarar que la aplicación de mensajería pertenece a Facebook, de Mark Zuckerberg.

Nada es gratuito amigos, no nos equivoquemos, en otras palabras, para que WhatsApp siga siendo gratuita, Facebook debe obtener mayores ingresos a partir de una supuesta publicidad más personalizada y eficiente que solo beneficia al mercado y los poderosos. Desde luego, que nos molesta sobremanera que solo se vaya a beneficiar Zuckerberg y empresas de poderosos que están detrás de este siniestro negocio confabulado con el Gobierno supremo del mundo (monetarismo). El mismo propósito lleva la app rusa Telegram y la estadunidense Signal, que prometen más confidencialidad y seguridad pero que al final de cuentas son lo mismo.