Por: Erik González

Para festejar la reciente victoria del expresidente socialista, Evo Morales, que se impuso el domingo, 18 de octubre del 2020, en la primera vuelta en las elecciones presidenciales realizadas en Bolivia de la mano de Luis Arce. Una victoria contundente que le ha dado la vuelta al mundo.

El triunfo de Luis Arce, quien fuera ministro de economía con Evo Morales, es sin duda un hecho histórico, por muchas razones: Un movimiento popular derrota en las urnas a una dictadura militar golpista, creada y apoyada por Estados Unidos a través de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Ni la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, ni la OEA pudieron consolidarse y el pueblo Boliviano sin dejarse provocar ni amedrentar, logró imponer nuevamente su voluntad, restablecer el orden institucional y defender la democracia.

Al derechista Luis Almagro no le quedó otro remedio, ante los resultados tan contundentes, que aceptar la victoria y por consecuencia, la derrota de los usurpadores. Por otra parte, esta victoria le da de nueva cuenta la razón a Evo Morales frente a sus críticos, de que era un error aceptar la vía de las urnas para recuperar la vida institucional de Bolivia y restaurar el poder popular en un país que es de los que tiene el más negro historial de golpes militares y de gobiernos antidemocráticos de toda américa latina.

Hay que recordar queridos amigos que la OEA, desde su creación en 1948, ha tenido muchos cuestionamientos por su funcionalidad y liderazgo, en particular, por el control que Estados Unidos tiene en ella. Aunque en su artículo 1 de su carta, establece “un orden de paz y de justicia, fomentar la solidaridad, robustecer la colaboración y defender la soberanía, la integridad territorial y la independencia de la región” en los hechos no ha sido así. El 60 por ciento de su financiamiento depende de Estados Unidos, por lo que no es nada extraño que la OEA, sin ningún empacho, avaló las intervenciones americanas en Nicaragua, Guatemala, Cuba, República Dominicana, Chile, Panamá, Granada, Haití, Venezuela, Paraguay y más reciente en Honduras, sin ningún tipo de sanción o castigo a Estados Unidos.

A diferencia de la elección del 2019, donde también ganó Evo Morales en su reelección y la que la OEA calificó de fraude en estas elecciones, fue diferente con las nuevas elecciones. En aquel momento no solo no cuestionó la militarización de las calles antes y durante la jornada electoral, lo que no ocurría en el país desde hace décadas, sino que el anuncio del Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), 24 horas antes de abrir las urnas, de que no se usaría el sistema de conteo rápido de votos, lo que podría retrasar el resultado final, no dijo nada.

Esta decisión que cuestionó tanto en la elección pasada, ahora la consideraba como “una medida de forma trasparente que preveía certeza y busca poner en riesgo la difusión correcta de los resultados”. Sin embargo, queridos amigos, para desventaja de Luis Almagro y Estados Unidos, ahora la votación es de contundencia absoluta y le da muy poco margen al golpe-litio que es donde están puestos los intereses norteamericanos.

La mejor opinión de todo esto, la tienen ustedes, queridos amigos.