Por: Dionel Sena

Por motivos que aún no se entienden, el presidente, Andrés Manuel López Obrador, descartó que durante su mandato se vaya a registrar un Golpe de Estado, asegurando que el México de hoy “no es tierra fértil para el genocidio ni para canallas que lo imploren”, en clara alusión a los exmandos militares afines a Felipe Calderón que han criticado su estrategia de seguridad, y concretamente la forma en que ha combatido al crimen organizado, caso concreto, lo ocurrido en Culiacán hace unas semanas y que provocó la liberación del hijo menor de «El Chapo” Guzmán; al asegurar que en nuestro país no hay la menor oportunidad para los Huertas, los Francos, los Hitler o los Pinochet, descartó por completo un levantamiento armado para derrocar su Gobierno, por más que el mismo no deje en claro hacia dónde va en el combate a los cárteles de la droga, mismos que ya midieron la capacidad de reacción de Palacio Nacional, y el augurio no es el mejor.

Es innegable que hay una enorme molestia al interior de las fuerzas armadas por la serie de atropellos y vejaciones que han sufrido elementos castrenses, y es que no es para menos, pues desde que inició la era de la “4T”, varios son los casos que se han documentado en ese sentido, en los que personal militar ha sido despojado de sus armas por civiles, amparados por un Gobierno que no permitirá que los toquen ni con el pétalo de una rosa; el último de esos casos ocurrió en Culiacán, en donde se permitió que quienes están encargados de la soberanía nacional fueran objeto de amenazas de muerte hacia sus familias, lo que en definitiva nunca se había permitido y que ahora que pasó, pues no deja de generar malestar, pero de ahí a que se esté gestando un golpe de Estado, en definitiva que hay una enorme diferencia, pues si algo tienen quienes integran la Sedena, es una comprobable lealtad al Presidente en turno, por más que no estén de acuerdo en cómo se han estado haciendo las cosas y el trato que se les está dando.

Ni duda cabe que el manejo que se le dio a lo de Culiacán no ha sido el mejor, y mucho menos cuando el Presidente le pidió al Secretario de la Defensa Nacional -durante una «mañanera»- que revelara el nombre del comandante que estuvo a cargo de aquel operativo fallido para intentar detener al hijo menor de Joaquín “El Chapo” Guzmán, lo que sin duda alguna levantó un enorme malestar entre las fuerzas castrenses, más allá que 24 horas después haya dicho, en otra «mañanera», que siempre no era él, que había sido otro y de quién no se revelarían sus generales por motivos de seguridad, inconsistencias que sin ser parte del ejército mexicano deben haber causado un enorme desaliento, sentir que seguramente ha sido aprovechando por los mandos que colaboraron en el sexenio de Felipe Calderón para sacarle raja política al tema, sin embargo, se debe tratar de mejor manera a los militares, pues no hay que olvidar que no dejan de ser nuestro último frente y que de ellos depende la soberanía del país, un tema que en definitiva no es menor y que se debe poner en la agenda de Palacio Nacional.

Desde luego que los comentarios de respaldo al tabasqueño no se hicieron esperar una vez que éste dio ese mensaje, pues incluso el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, recordó que al menos seis gobernadores del país se levantarían para defender la gestión del Presidente, aunque no dejó en claro quiénes serían los otros cinco, pues el hecho que nadie más se vaya manifestado en el mismo sentido, da a notar que el veracruzano dijo lo que dijo para quedar bien con quien lo puso primero como candidato y después lo ayudó a conseguir la victoria en las urnas, sin obviar que su entidad es una de las que viven los mayores índices de peligrosidad en todos sus rubros, lo que tiene a su Gobierno pendiendo de un hilo, por lo que no faltará el que le diga que primero resuelva los problemas que tiene su estado y después opine sobre lo que ocurre en el país, pues lo que dijo no pasa de ser un simple oportunismo político que a nadie -ni a sus gobernados- les convenció.

Twitter: @dionelsena