Por: Dionel Sena

Uno de los fenómenos electorales de los que poco se habla, pero que en las últimas elecciones ha estado presente, es sin duda el voto oculto, que no es otra cosa que la imposibilidad de los partidos políticos, candidatos y casas encuestadoras, de saber cómo va a reaccionar el electorado el día de los comicios, por lo que de nada vale la movilización, las promesas y las distintas estrategias para asegurar los sufragios necesarios llegado el momento, de ahí la incertidumbre que genera el no saber el sentimiento que tendrán los hombres y mujeres que votarán el próximo 2 de junio, máxime cuando ese mismo fenómeno se presentó hasta en dos ocasiones en los últimos años en Durango.

Fue en el 2016 cuando los duranguenses dieron muestras por primera vez -en la época moderna- que son capaces de ocultar su voto que ni siquiera las mismísimas casas encuestadoras son capaces de pronosticar; en aquel entonces, las mediciones marcaban otra tendencia y sin embargo, esta entidad vivió por primera vez la alternancia en el Gobierno del estado, con el triunfo de José Aispuro Torres, resultado que para muchos significó el hartazgo de un sistema que había ya cumplido su ciclo y fue ésta la única manera de sacarlo de la titularidad del ejecutivo estatal.

El otro fenómeno, el voto útil, se replicó el año pasado, cuando casi al unísono -salvo algunas excepciones-, el electorado votó por el proyecto de Andrés Manuel López Obrador, lo que particularmente aquí en Durango, las encuestadoras no pudieron medir y mucho menos los aspirantes y sus respectivos institutos políticos, los cuales se quedaron atónitos ante la imposibilidad que el bipartidismo siguiera marcando las tendencias históricas en esta entidad, lo que tomó por sorpresa a propios y extraños, máxime por que las proyecciones que se tenían eran abismalmente opuestas a las que terminaron dándose.

Por los antecedentes antes expuestos, no hay ninguna garantía que el fenómeno del voto oculto no se replique en esta entidad, lo que tiene nerviosos a más de uno, pues si esto se repite lo más seguro es que ocurra en la mayor parte de los 39 municipios que renovarán el mismo número de alcaldías, por lo que la apuesta de los equipos de campaña y de sus respectivos partidos políticos, será apostarle a la movilización el día de la jornada electoral, misma que será determinante para blindarse ante la posibilidad del fenómeno antes referido, claro siempre y cuando el mismo se llegue a registrar.

Ni duda cabe que al final será el propio elector el que tenga el poder en sus manos de votar por quien se le dé la gana, lo cual seguramente implicará distintos factores, como la confianza que le genere el candidato, sus antecedentes, el partido al cual represente y hasta la viabilidad de sus promesas de campaña, más allá de lo que pueda llegar a prometerle a quien le pregunte, ¿por quién votarán en las próximas elecciones?

Twitter: @dionelsena