Por: Dionel Sena

Solo era cuestión de tiempo para que Sinaloa estuviera en semáforo rojo, tras el sinnúmero de casos de COVID19 detectados en las últimas semanas en ciudades importantes, tal es el caso de Mazatlán, destino turístico del que ya había alertado el secretario general de Gobierno, Héctor Flores Ávalos, que estaba en una situación compleja, por lo que conminó a los duranguenses a no visitar esa ciudad a partir de esa circunstancia, tras lo cual, autoridades sinaloenses buscaron desmentirlo y casi casi dijeron que estaba mintiendo y que si no sabía lo que pasaba en esos lugares, no lanzará ese tipo de alertas; al final el responsable de la gobernalidad interna del estado de Durango tenía razón, dejando en evidencia no sólo a autoridades sinaloenses, sino también a uno que otro grillo de aquí que intentó politizar el tema.

Fue la Secretaría de Salud (SSa), a nivel federal, la que confirmó el pasado fin de semana esa noticia, en la que se afirmaba que a partir del 1 de agosto, Sinaloa pasaba a semáforo epidemiológico de color rojo, estatus que esperan superar en un corto tiempo acelerando la aplicación de vacunas y siendo más estrictos en la aplicación de los protocolos de salud, lo que claro está, se relajaron de sobremanera en las últimas semanas, lo que provocó una aceleración de contagios que se salió de control y que ahora ha arrojado estas consecuencias, pues a partir de dicha declaratoria, uno de los principales sectores turísticos del país sufrirá una desaceleración económica, cierre y restricción de establecimientos y por consiguiente, la pérdida irremediable de empleos, algo que pudo haberse evitado.

Se debe precisar que Sinaloa es una de las entidades con mayor avance en materia de vacunación, pues según información de autoridades federales, ya está inmunizado el 56 por ciento de la población, lo que equivale a un millón 751 mil 616 dosis, ello ha permitido que a diferencia de la primera etapa de la pandemia, los nuevos casos detectados no sean graves o con pérdida de vidas humanas, salvo algunas excepciones, lo que sí, es que el impacto al sector turístico será implacable, pues por ejemplo, los hoteles ya no podrán ofrecer servicios que incluya el uso de la alberca, la playa o los restaurantes, lo que inhibirá el número de visitantes en el período vacacional de verano que ya entró en vigencia, el cual seguirá activo de aquí al día último de este mes, lo que seguramente buscarán aprovechar al máximo, con todos los riesgos que ello implique.

Lo anterior deja en claro que los llamados de alerta no se pueden pasar por alto y mucho menos buscar politizarse como el caso ya expuesto, pues al final lo único que se buscaba era prevenir que duranguenses terminaran contagiados, lo que muchos no pudieron evitar a causa de la desinformación que causaron tanto el gobernador de Sinaloa como el alcalde de Sinaloa, que en todo momento, negaron que aquel destino estuviera con un aumento de casos desmedidos de Coronavirus, mismos que al final ya no pudieron ocultar, pues fue el gobierno federal el que los puso en evidencia, más allá de que hubo casos que se pudieron haber evitado si la declaratoria del semáforo epidemiológico se hubiera adelantado, lo que está claro no quisieron hacer privilegiando el tema económico, ahora que asuman los costos.

Twitter: @dionelsena