Servidor de la Nación
Por: Iván Ramírez
Si piensas que es pequeño lo que haces, entonces no te has dado cuenta lo que significas para mucha gente a la cual visitas, sobre todo en este tiempo de COVID-19. Pues ven en ti esperanza y la materialización de esa justicia social tan cacaraqueada.
México está lleno de rincones con gente olvidada, algunos sumidos en una cama de la cual no pueden levantarse; niños(as) que con dificultad caminan, ven o escuchan, pero aun así sonríen. Cuartos húmedos y obscuros donde ancianos encorvados por los años cumplen sus bodas de oro entre medicinas de similares y dos tazas de café negro.
Te dan sus nombres, te despiden desde la puerta u ocultos tras cortinas deshiladas observan cómo te marchas mientras murmuran una y otra vez el “Dios quiera, Dios quiera”.
Colonias donde familias aguantan la respiración bajo el agua mientras empujan a los hijos hacia arriba para que no se ahoguen con ellos en esa realidad por es una beca con la cual puedan continuar sus estudios es una oportunidad para salir de ahí dejando atrás frustraciones heredadas. Jóvenes con un presente como grillete volviéndose simples espectadores de una rutina donde la gente sale a trabajar o se dirige a la escuela todavía con el pelo mojado, y ya por la tarde-noche, regresan con la urgencia de quitarse los zapatos para liberar los pies hinchados. Jóvenes sin encontrarle la punta a la madeja para dejar de ser sólo testigos y empezar a construir su futuro.
Por todo esto, cada uno debe vigilar y cuidar un proyecto de todos, pero además, porque nada se compara con llegar a tu casa y poner comida en la mesa teniendo la frente en alto por el deber cumplido como servidor de la nación. No cuidar este proyecto sería como defraudarse a sí mismo, a los tuyos; sería dejar de marcar la diferencia y meterse en el costal donde la gente echa lo que más desprecia.
Los servidores de la nación son estructura viva, esqueleto creciendo para erguir un cuerpo golpeado durante décadas por la corrupción e impunidad. Un cuerpo llamado México al que le atrofiaron intencionalmente los músculos sociales para facilitar su explotación sin reclamos.
Tal vez suene algo exagerado o romántico pero el sentimiento de un servidor de la Nación debería ser equivalente al de saludar la bandera y cantar el Himno Nacional todos los días. Porque en base a las funciones y acciones que desempeñan, lo de “…un soldado en cada hijo te dio” cobra sentido y encaja perfectamente.
Detrás de cada puerta hay historias por cambiar, y tal vez los zapatos empolvados y el cuerpo asoleado no dejen ver de momento lo que cada servidor de la nación significa para muchas familias y para el país; tal vez haya quienes aún no se dan cuenta la etapa histórica que están viviendo y construyendo. Pero un día, y cual si estuvieran en un mirador, estoy seguro, verán con claridad y orgullo lo que hacen o hicieron juntos a pesar de los constantes ataques al proyecto del que forman parte (4T).
En lo que a mí respecta, conservo con gran cariño el chaleco, la gorra y el gafete de servidor de la Nación (voluntario), y si bien, los use cuando esto apenas empezaba, de ninguna forma estas prendas tienen el rango que se gana con meses, kilómetros, litros de sudor y kilos de tierra en la ropa. Por eso mi reconocimiento a su labor y encomienda.
¡MUCHAS GRACIAS! Servidor de la nación.
Twitter: @ivan_ramirezdgo