Por: Hermann Linden

Siempre y con cada elección es mucho lo que se espera por parte de los ciudadanos, las expectativas han crecido conforme ha crecido la desigualdad, la corrupción, la falta de desarrollo, la inseguridad y la desesperanza ¿Realmente alguien puede generar un cambio? Hemos dado la oportunidad a unos y a otros, a los buenos, a los malos, a los viejos y a los jóvenes y, desgraciadamente, al momento de estar en la curul, en la alcaldía, la gubernatura o la Presidencia, todos han demostrado ser iguales y en algunos casos peores.

Estamos en proceso electoral, diariamente somos bombardeados por las ofertas de los partidos políticos, algunos nombres son muy conocidos, personajes con amplias trayectorias, que han ocupado (y en algunos casos siguen ocupando), prácticamente todos los puestos habidos; otros partidos políticos optaron por apostarle a nombres desconocidos, quizá tratando de generar una percepción de pureza y novedad, sin embargo las siglas pesan y el pasado infructuoso de la marca que representan los atormenta (yo sé un poco de eso); hay otros que por su misma inexperiencia, han sido exhibidos en su falta de preparación y hasta ridiculizados por su incapacidad o falta de cultura.

Pero a mi parecer, los peores de todo el montón, siguen siendo aquellos que prometen algo que no son, que pretenden tergiversar bajo un discurso sus verdaderas aspiraciones y pretensiones, aquellos que critican al pasado para poder llegar y revivir con excesos las peores prácticas que la politiquería demuestra, aquellos que buscan el poder por el poder, esos, son el peligro, son de los que debemos cuidarnos como pueblo, sujetos hábiles y astutos que arrastran una maquinaria corrupta de perdición, corrupción y destrucción; aquellos que han dejado pueblos enteros en desgracia, curules en blanco o secretarías arrasadas, pero eso sí, hemos visto que han amasado fortunas generacionales, se han convertido en empresarios exitosos sexenales y tienen repletos los fraccionamientos privados con mansiones de revista.

Y quizá más de uno lea esto y niegue formar parte de cualquiera de los grupos antes mencionados, y quizá también nosotros podamos brindarle como cada elección el beneficio de la duda y esperar que ahora sí, hagan lo que tanto prometen en cada campaña y que simplemente no se ha dado. Pero yo le pregunto a usted el ciudadano elector, ¿Ha escuchado las propuestas de los candidatos? ¿ha visto que los que repartían despensas lo siguen haciendo y los que las criticaban ahora lo hacen? ¿se ha percatado de que el nombre afiliado a una marca de siempre ahora compite por otra y critica a la anterior? Entonces, ¿usted cree que los resultados serán distintos? No amigo lector, lamento decirle que seguiremos viviendo en un país impune, donde la ley la dictan los que la violan y que se doblega a discreción del mandatario en turno. En el 2018 yo también pensé que “ya sabes quién” iba a hacer algo distinto y no fue más que ver una nueva versión de una mala novela con otros protagonistas, para muestra solo falta ver lo que en estos últimos días ha demostrado el autócrata Presidente de nuestra nación.

Y con ello nos nacen otros cuestionamientos, ¿votar o no votar? Sí, aunque irónico, votemos, pero exijamos, demandemos y obliguemos al cambio, aquél que no ha cumplido, no puede seguir siendo elegido. ¿Volvemos a lo mismo o seguimos donde mismo? Por lamentable que pueda parecer, nuestra democracia nacional requiere de contrapesos, debates y cabildeos, hoy no existe nada de ello, estamos ante un régimen unilateral con una verticalidad preocupante, por ello es importante que se prepondere el que no llegue una misma línea y de ahí la importancia de realmente revisar qué partidos forman parte de la llamada “cuarta transformación” y cuáles no; por último, México requiere un cambio y es imprescindible, pero el cambio no lo harán los políticos, el cambio depende única y exclusivamente de nosotros, dejemos ser ciudadanos de siempre para así no obtener los resultados de siempre.

La Guillotina

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