Por: Hermann Linden

Por fin se dio a conocer el informe final del peritaje que se realizó sobre el desplome de la línea 12 del metro, recordará usted que la empresa encargada se llama DNV, es noruega y se les llamó por parte del Gobierno de la Ciudad de México, suponemos que los noruegos no son corruptos ni se prestarían a situaciones de influyentísmo, pero vaya que se han generado muchas incógnitas alrededor de este análisis; de entrada, los resultados se dieron en tres momentos y siendo sinceros, a groso modo no se llegó a un resultado contundente, simplemente se profundizó en lo que ya se había mencionado, la construcción estuvo mal, presentó una falla estructural y eso se dijo desde junio; que los materiales utilizados no fueron los que aseguraran una resistencia adecuada, los pernos, las trabes, el mal trabajo de concretos y soldaduras, todo se había informado con anterioridad, incluso, en el segundo informe se descartó el terremoto del 2017 como causa del deterioro o problema sustantivo; lo que sí se utilizó por primera vez, fue el término de “pandeamiento lateral”, refiriéndose a la trabe que al final se desplomó. Así de la misma manera fue el informe que otorgó el pasado día 7 la empresa escandinava, simplemente hizo énfasis en que los pernos funcionales de la trabe que se pandeo fallaron y por consiguiente se suscitó el colapso y la tragedia que cobró la vida de 26 personas.

Hasta aquí todo lo que se informó podría ser como en cualquier otra desgracia en cualquier otra parte del mundo, una situación sumamente penosa que se investigó y que derivara en responsabilidades; sin embargo, este caso dio un pequeño pero deplorable giro, la empresa DNV, 72 horas antes de dar a conocer el informe final, interpuso una denuncia en la Fiscalía General de la República por la violación de los sellos que tenían las muestras de las vigas que se mandaron analizar; estas fueron enviadas a Estados Unidos a través de sistemas de paquetería internacionales, curiosamente el del resultado final, cuando se envió de regreso a México, no pudo ser importado al país y fue devuelto al remitente, la empresa DNV; donde al abrirlo, se percataron de la violación al  sello de las muestras de acero.

Quizá esto fue una acción protocolaria de alguna aduana nacional, entidad que forma parte de la Secretaría de Relaciones Exteriores, la cual está dirigida por Marcelo Luis Ebrard Casaubón, quien en el tiempo de la construcción de la Línea 12 del metro ostentaba la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Quizá no tenga nada que ver con el mexicano más rico del mundo, Carlos Slim, quien fuera el que surtió a través de grupo CARSO el acero de aquella obra. Quizá no se haya enterado en su momento Claudia Sheinbaum, quien solicitó a la Fiscalía de la Ciudad de México que comanda Ernestina Godoy, que resguardará los paquetes. Esta situación obviamente no ha pasado desapercibida, tanto que el abogado de los extrabajadores del sistema metro implicados, ya lo mencionó como la principal razón por la cual el dictamen de DNV se encuentra comprometido y por consiguiente pierde validez. Más allá de qué trabe se pandeó, deberíamos preguntarnos ¿Quiénes se pandearon?

Twitter: @HermannLinden