¿Y si estamos entendiendo mal?
Por: Juan Alberto Esquivel y Cebrián
Y si estamos entendiendo mal… ¿Quién es el destinatario de la consigna «abrazos, no balazos»?
Normalmente la entendemos como una indicación a las fuerzas del orden, tanto civiles como militares y, por eso, muchos analistas la consideran incongruente, pero ¿Si no son ellas el sujeto de tal indicación?
Hacia 1931, los capos de las principales familias delictivas en los Estados Unidos decidieron terminar con las guerras entre ellos, que ensangrentaron a la Unión Americana durante los años 20’s. Así, luego de duras negociaciones, deslindaron territorios y giros y con esa tregua lograron incorporarse con más tranquilidad a la economía nacional conjugando, hasta la fecha y con alta rentabilidad, sus actividades delictivas con las legales. Esto es, aplicaron prácticamente la medida «abrazos, no balazos». Naturalmente, el promotor de esa iniciativa, Charles «Lucky» Luciano, quedó como el dirigente inicial de la unión, que denominaron La Comisión.
Desde su larga campaña electoral, el señor López ha sido reiterativo en el sentido de que la estrategia del Gobierno federal para erradicar o, al menos, controlar a la desatada violencia provocada por los integrantes del crimen organizado está equivocada, pues ellos «también son pueblo» y «violencia llama violencia». Lo cual no deja de ser cierto.
Y aunque, ya como responsable de los recursos federales, estableció un programa social destinado a los jóvenes «para que no tengan la tentación de incorporarse al crimen organizado» no ha dejado de emitir muestras de acercamiento.
Algunas directas y públicas como la liberación del hijo de “El Chapo” Guzmán o la manifiesta simpatía con la mamá del mismo “Chapo” (por cierto, al inicio de este sexenio circuló el rumor, sustentado por una «cédula de aportación», de que esa señora es una de las personas que contribuyeron con dinero a la fundación de Morena, con una muy sustanciosa aportación.)
También ha dado otras muestras no directas pero también públicas como la propuesta de que el Banco de México adquiera libremente dólares circulantes en el mercado (que a la fecha aún no ha prosperado) o la reciente Ley de Amnistía que pudiera otorgarle su libertad, entre otros, al Jefe de jefes, Miguel Ángel Félix Gallardo o al recientemente devuelto por los EU, Eduardo Arellano Félix, uno de los capos del cártel de Tijuana o sus críticas al Plan Mérida (un programa de cooperación de seguridad establecido en el 2008 entre los Estados Unidos, México y los países de Centroamérica para combatir al narcotráfico y al crimen organizado).
Igualmente, se han dado muestras de acercamiento no tan públicas. Según datos del Reporte de Estrategia para el Control de Narcóticos del Gobierno de Estados Unidos 2021, México redujo los decomisos de mariguana en 13 por ciento, de cocaína en 16 por ciento, de metanfetamina en 31 por ciento y de heroína 21 por ciento.
Por otro lado, es notoria la detención de un sinnúmero de narcomenudistas, pero solo se ha detenido al capo de un cártel menor, reciente -nació en el 2014- y dedicado al huachicol: el de Santa Rosa de Lima, José Antonio Yépez Ortiz «El Marro», a pesar de que, por las guerras entre los grandes cárteles, en lo va de este sexenio los muertos suman tres veces más que en todo el sexenio de Calderón y las agresiones contra las fuerzas del orden, tanto civiles como militares, son cada vez más frecuentes y notorias.
Y no se diga de la violencia que ensangrentó al país a las pasadas elecciones, prácticamente con impunidad y que hacen sospechar de próximos narco gobiernos en algunas regiones.
Con estos hechos y algunos más, se está dando a entender que el mensaje de «abrazos y no balazos» es para los capos, a fin de que le bajen unas rayitas a su violencia.
Y, si es así, entonces, tal vez, la intención no sea acabar con la delincuencia, sino tan sólo orientarla hacia la discreción.
¿O tú qué opinas, paciente lector?