La calidad en una interpretación musical depende de muchos factores pero cuando combinas cientos de horas de práctica con un don y la inspiración emocional para interpretar tienes resultados que son sencillamente impresionantes, la niña de tan solo 11 años Chloe Chua nos deja joyas de este calibre.
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Una interpretación soberbia que hace que hasta el músico más experimentado se emocione a las lágrimas con tan soberbia ejecución. Chloe Chua a su corta edad ganó el muy prestigioso premio del concurso Yehudi Menuhin.
Por supuesto que el mismísimo Vivaldi estaría orgulloso de esta majestuosa manifestación del arte sonoro.
Los niños prodigio no son casualidad ni se dan al por mayor, son seres extraordinarios que son sometidos a largas horas de práctica y en el sentido estricto de la palabra pierden gran parte de su niñez e imaginación en las banalidades para otorgar al mundo un soberbio intérprete que haga del resto de los mortales la felicidad más alcanzable gracias a su música y demás manifestaciones artísticas.
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