- Se trata de una de las novedades a mostrarse en el recién reestructurado Museo de Sitio, el cual abrirá de nuevo sus puertas en este 2020
La Quemada, en Zacatecas, es una de las zonas arqueológicas con mayor historial de investigación, las primeras incursiones se remontan al siglo XVI, Carl de Berghes realizó un registro detallado en el siglo XIX, a los que seguirían los alzados de M.E. Fégueux y Edmond Guillemin de Tarayre, y durante el XX hubo excavaciones continuas. ¿Qué puede ofrecer este nuevo milenio para la comprensión de este asentamiento prehispánico, emblemático del norte de México?
Con toda esta base de datos arqueológicos, descripciones históricas de expedicionarios, las nuevas tecnologías digitales y sobrevuelos con dron, se ha generado un modelo reconstructivo de una de sus edificaciones más emblemáticas: el Salón de las Columnas. Se trata de una de las novedades dentro del recién reestructurado Museo de Sitio de La Quemada, el cual abrirá de nuevo sus puertas en este 2020.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) había previsto la reapertura del espacio museístico el pasado 21 de marzo, en el marco del Operativo Equinoccio de Primavera; no obstante, será reprogramada una vez que concluya la Jornada Nacional de Sana Distancia y la institución retome sus actividades de manera paulatina.
En entrevista vía telefónica desde La Quemada, donde supervisa los pormenores del Museo de Sitio, Carlos Torreblanca, responsable de esta zona arqueológica, conversa sobre cómo los resultados de décadas e, incluso, siglos de investigación, y el aprovechamiento de los actuales avances tecnológicos, permiten recrear de forma fidedigna las antiguas construcciones y brindar una nueva visión del centro ceremonial.
El arqueólogo y su colega Manuel Dueñas, quien se ha especializado en la reconstrucción digital de monumentos prehispánicos, ofrecen ahora una idea muy cercana de cómo debió lucir en su esplendor el Salón de las Columnas. Con 14 pilastras de 6 metros de alto y 1.90 de diámetro, distribuidas en sus casi mil 500 m² de superficie, es considerado el espacio techado más grande de Mesoamérica.
Por el hallazgo de restos carbonizados de vigas de madera, se sabe que el antiguo recinto contó con techumbre. A partir de esta evidencia y una serie de cálculos se ha determinado su construcción; las vigas daban lugar a un armazón de madera, el cual era recubierto con morillos para cerrar los espacios, colocar el terrado y formar la cubierta.
“Las columnas y muros debieron presentar una superficie cóncava para que la forma redondeada del tronco de madera se asentara de tal modo que se evitara su desplazamiento. Es posible que las vigas fueran obtenidas de pinos de la Sierra de las Palomas o, quizás, dentro del valle mismo –posiblemente se utilizaron tres o cuatro troncos para brindar estabilidad estructural–, ya que en la época prehispánica, hablamos de los periodos Clásico y Epiclásico, las condiciones ambientales permitían sus existencia.
Entre las arquitrabes se colocaban morillos, empleando como relleno las ramas de los mismos pinos, así como carrizos, tules o juncos recuperados del río La Partida o Malpaso. El acceso tuvo otro dintel de madera. Por último, una gruesa capa de lodo formaba la techumbre, la cual habría tenido una pendiente para los escurrimientos pluviales”.
Esta explicación se puede encontrar con más detalles en la edición más reciente de la revista Arqueología Mexicana. En el número 162 de la publicación, Torreblanca y Dueñas firman un artículo sobre el tema, una lectura recomendable para que el público pueda pasar el confinamiento sanitario ante el escenario que vive México con respecto al coronavirus COVID-19, en consonancia con la campaña nacional de difusión “Contigo en la Distancia”, desarrollada por la Secretaría de Cultura.
Las reconstrucciones realizadas por Dueñas, doctorante en el campus Merced de la Universidad de California, Estados Unidos, dan una idea muy precisa de la penumbra que (salvo una fosa donde pudieron efectuarse quemas rituales) inundaba al Salón de las Columnas, así como de sus aplanados en colores rojizos. La clase gobernante presidía ceremonias en este espacio, el principal edificio público del asentamiento, cuyo interior contaba además con un espacio privado.
Carlos Torreblanca, investigador del Centro INAH Zacatecas, detalla que la reconstrucción del Salón de las Columnas es la más avanzada debido a la cantidad de información que se tiene sobre el mismo; sin embargo, “también ya hemos trabajado la Pirámide Votiva, la cancha de Juego de Pelota y La Ciudadela, y seguimos trabajando con más modelos de toda la zona arqueológica.
“En la actualidad, dentro del área de la arqueología de Zacatecas, existe un auge en la generación de reconstrucciones digitales. De los croquis, levantamientos a mano alzada o grandes litografías, como las que realizó Carl Nebel de La Quemada, pasamos al trabajo técnico-arqueológico de los dibujos reconstructivos a lápiz y tinta. Hoy, las herramientas digitales nos brindan un mayor juego porque se pueden ‘reconstruir’ edificios completos sin necesidad de intervenir o alterar las estructuras originales, contribuyendo a su conservación”.
Hacia una nueva visión del sitio
Estas reconstrucciones digitales cambiarán la visión del visitante sobre el sitio, pues estarán integrados tanto a las proyecciones audiovisuales con que contará el Museo de Sitio, como al propio cedulario del recorrido in situ.
Dentro del espacio museístico, ubicado en Zacatecas, en la pared frente a la maqueta que reproduce el asentamiento en ruinas, se proyectarán diversos mapping relacionados con los edificios que lo componen. Estos videos reproducirán fotografías históricas sobre las excavaciones de las estructuras, para llegar a las reconstrucciones digitales, en particular del Salón de las Columnas, la Pirámide Votiva, la cancha de Juego de Pelota y La Ciudadela.
Torreblanca, profesor de la Universidad Autónoma de Zacatecas, finaliza que estas imágenes históricas e hipotéticas se encontrarán a lo largo del discurso museográfico. Asimismo, los gráficos reconstructivos serán instalados en el cedulario de la zona arqueológica, de suerte que los modelos permitirán completar la lectura de los edificios que el visitante ve en ruinas y sin el decorado original.
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