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Un día en la Historia de Durango nace Ángel Zárraga: el Pintor Mexicano de la Escuela de París

19/09/2020 - Hace 4 años en

Un día en la Historia de Durango nace Ángel Zárraga: el Pintor Mexicano de la Escuela de París

Cultura | 19/09/2020 - Hace 4 años
Un día en la Historia de Durango nace Ángel Zárraga: el Pintor Mexicano de la Escuela de París

Por: Pedro Núñez López.

A unos días de cumplir 74 años de su partida y en el cual se le hará un homenaje a su memoria y obra en la ciudad de México, recordamos hoy a Ángel Zárraga.

Ángel Zárraga Arguelles, nació en la ciudad de Durango, capital del estado del mismo nombre, el 6 de agosto de 1886. Su padre, don Fernando Zárraga Guerrero, hijo de Juan Antonio Zárraga, de origen vasco, nació en 1861 en la misma ciudad de Durango, y se le reconoció como un prestigiado médico. En la Escuela de Medicina de la ciudad de México impartió las cátedras de Obstetricia, Anatomía Topográfica y Clínica Quirúrgica, para luego fungir como director; también fue presidente de la Academia Nacional de Medicina y años después, en el desaparecido Hospital Juárez, un pabellón llevó su nombre. Hombre de desarrollada sensibilidad artística, estimuló las bellas artes en sus hijos, especialmente en Ángel, deseaba que se dedicara igual que él, al estudio de la medicina pero, al advertir sus predisposiciones e intereses artísticos, lo impulsó para que llevara a cabo su vocación de pintor. El mismo Ángel Zárraga comentaba que tenía cuatro afectos: «su padre, un selfmade-man, médico alto y fuerte, Tiziano, El Greco y Velázquez».

Por medio de su madre de ascendencia francesa, Guadalupe Arguelles, el pequeño Ángel obtuvo sus primeros conocimientos del francés, así como el acercamiento a las enseñanzas religiosas que, junto con las oraciones infantiles aprendidas en casa, lo acompañarían toda su vida y que sembraron en su carácter una profunda devoción cristiana presente en gran parte de su creación artística. A su madre debe Zárraga el aprendizaje del francés y del culto religioso –caminos del mundo y del ultramundo a los que fue fiel toda su vida.

Sus hermanos fueron Francisco, Guillermo, María e Isabel, así como Fernando, Guadalupe y Luz, quienes murieron de niños. También fue primo de los actores María de los Dolores Asúnsolo López-Negrete (Durango, agosto 3, 1905 a abril 11, 1983) y de José Ramón Gil Samaniego, mejor conocido como Ramón Novarro (Durango, 6 febrero 1899-30 octubre 1968), de quienes pintó sus retratos. Apenas dos años mayor que el poeta zacatecano Ramón López Velarde, el pintor de origen durangueño se traslada con su familia a vivir a la Ciudad de México en el año de 1893 a los 7 años de edad. Sobre sus años de infancia Zárraga rememoraba: “en esa recámara, mi madre que se llamaba Guadalupe, como la virgen nuestra, tomaba mis manos infantiles y arrodillado me enseñaba aquellas oraciones […] y era la oración a San Jorge para protegerme de las ponzoñosas […] y era la oración al Santo Ángel de Mi Guarda, luz y compañía», guiándolo así por los caminos del mundo y del ultramundo.

       Especie sui generis de misionero y de caballero andante, encomendado desde pequeño a San Jorge y al Ángel de la Guarda, Ángel Zárraga templó sus pinceles y bruñó su paleta recorriendo el mundo de su época moderna y a la manera de un geógrafo, levantó la cartografía de su gestación, y absorbiendo sus movimientos contemporáneos fue precisando sus perfiles más nitos bajo la forma de presencias poderosas o revelando la esencia de sus estancias en sus luminosas y refinadas visiones, dejando con ello en sus lienzos, a manera de testimonio, un mapa de su esencia.

Sus primeros estudios los realizó en la Escuela Anexa a la Normal, la misma en la que iniciaron su formación otros destacados intelectuales mexicanos, como Alejandro Quijano y Jaime Torres Bodet. En 1899, a los 14 años de edad, ingresa a la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso, en pleno centro de la ciudad, entrando al seno mayor de la por entonces floreciente cultura nacional, teniendo como maestros a José María Vigil, Justo Sierra, Manu Parra, Amado Nervo, el filósofo Ezequiel A. Chávez y al poeta y profesor de literatura clásica Pedro Arguelles, quien a la sazón era hermano de su madre Guadalupe y quien fuera bisabuelo del escritor e historiador de la cultura Guillermo Sheridan. En aquel entonces Zárraga escribía prosa y dibujaba algunas caricaturas y retratos sobre tarjetas postales, las cuales vendía cono éxito en la Casa Pellandini, solventando sus gastos con las ganancias.

Hacia 1902 y 1903, cuando tenía escasos dieciséis años, fue motivado por los grandes poetas Luis G. Urbina, J. J. Tablada y Amado Nervo para que publicara sus primeros versos en la Revista Moderna, publicación que agrupaba a los más excelsos escritores de la época. Tres años más tarde, Rubén Darío incluiría en la Antología de Poetas Hispanoamericanos, de Manuel Ugarte (1906), dos de sus poemas escritos en Bruselas en 1905. También realizó diversas viñetas que ilustraron la afamada revista, la cual agrupaba a los más excelsos escritores y colaboraría con alguna epístola para la revista Savia Moderna.

Posteriormente estudia en la Academia de San Carlos teniendo como compañeros a José Clemente Orozco (Zapotlán, hoy Ciudad Guzmán, Jalisco, 23 de noviembre de 1883-Ciudad de México, 7 de septiembre de 1949), Diego Rivera (Guanajuato, 8 de diciembre de 1886-Ciudad de México, 24 de noviembre de 1957), Roberto Montenegro (Guadalajara, Jalisco, 19 de febrero de 1887-Ciudad de México, 13 de octubre de 1968), Francisco Goitia (Fresnillo, 4 de octubre de 1882-Xochimilco, México, D. F., 26 de marzo de 1960) y Saturnino Herrán (Aguascalientes 1887-Ciudad de México, octubre de 1918).

Orfebre del claroscuro, aprendido del maestro generacional Germán Gedovius, del paisajista José María Velazco y del neoclasicismo de Santiago Rebull. Empero, pronto se impregnó del simbolismo funerario de Julio Ruelas  (Zacatecas, 1870-París, 1907), formándose en los rigores más exigentes del oficio, lo que le permitiría desarrollar una técnica segura y triunfante. Zárraga le confesaría un día a Carlos González Peña no sólo que Julio Rulas fue su primer maestro, sino que tuvo el privilegio de ser su único discípulo. En efecto, por afortunado arcano, en 1903 se le otorgó al grabador zacatecano el Taller de Modelado en Yeso, donde por afinidades electivas imanta al joven Ángel Zárraga. Ruelas lo hacía dibujar durante días y días, con una paciencia de primitivo, una calavera. Con la sed de renovación propia de la juventud, en la fiebre de sus quince años, le hablaba a su maestro de las investigaciones impresionistas, que era el nombre de la vanguardia en aquella época, ante lo que no sin impaciencia Ruelas desechaba los “cuentos chinos”, haciéndole ver al joven artista que, por más que se hablara del abanico iridiscente de la luz, “un hueso es un hueso”.

Ángel Zárraga quedó marcado desde el principio por el simbolismo vanguardista en boga, representado inmejorablemente por Julio Ruelas, pues tal corriente estética era una respuesta a la época y altura histórica, reaccionando en contra del racionalismo y materialismo científico positivista en boga, al expresar los estados del alma extremosos bajo el escorzo de los temas extremosos de ellos mismos: la enfermedad, la muerte, la pasión sexual y los terrores ocultos de la crueldad o del pecado, hasta incursionar por los pasadizos y precipicios de lo sobrenatural, el misticismo y el ocultismo.

Sin embargo, Ángel Zárraga, después de marchar a Europa en 1904, no regresó a vivir a México sino hasta después de 37 años, siendo testigo de la destrucción moral y material de Europa al iniciar la Segunda Guerra Mundial, en ese lapso de tiempo visita su patria solamente en cuatro ocasiones: en 1907, 1910, 1914 y 1929, siendo esta última especialmente desafortunada por las turbiedades del clima político creado por sediciosos y calumniadores socialistas de buró, quienes en delirantes filosofías especulativas sospechan de su desarraigo para acusarlo de antinacionalista, clerical y hasta de cristero. Vuelve definitivamente para instalarse a vivir en México en el año de 1941.

Durante su estancia en Francia, Zárraga conoció de cerca todas las guerras y revoluciones que cada década sacudieron a Francia; supo también a la distancia de las que en el mismo tiempo sacudieron a su patria. Ante ello el artista mexicano respondió con un proyecto cultural de radicalismo y laicismo de inspiración francesa, que trasplanta en términos de la filosofía cristiana los ideales de la fraternidad universal entre los pueblos, la libertad del individuo y la igualdad de todos los seres humanos.

Al finalizar el año de 1941 parte de Francia y al inicio de 1942 desembarca en el puerto de Veracruz, acompañado de su esposa María Luisa y su hija Clarita. En México pintaría, en menos de un lustro, un kilómetro de pintura mural más. Inicia en los Laboratorios Abbott, desarrollando el tema opuesto de La Salud y la Enfermedad, por instancias de su viejo amigo, el acaudalado hombre de negocios Arturo J. Pani, es contratado para un mural en el Bar del Club de Banqueros en el edificio Guardiola, donde pinta la Alegoría de la Riqueza y la Abundancia, La Miseria y el Placer y El mito de Dánae y Perseo, por instancias de su antiguo condiscípulo en la Escuela Anexa a la Normal, Jaime Torres Bodet, se integra al Seminario de Cultura Mexicana como miembro prominente y de excelencia, efectuando conferencias magistrales sobre la pintura francesa contemporánea, el cubismo, leyendo sus notas personales acerca del arte religioso y publicando estudios sobre pintura, siendo posteriormente nombrado vicepresidente.

A mediados de los 40´s, concluye a la encáustica la ábside y tres tableros en la Catedral de Monterrey, en Nuevo León, donde pinta las ocho bienaventuranzas separadas por unas filacterias que contienen textos de los evangelios, terminándola por cábala del destino el mismo día de la victoria aliada sobre la Alemania Nazi, por lo que la firma con la leyenda “Aleluya. 6/X/45”, diez meses antes de entregar su cuerpo al Creador.

Finalmente, termina uno de los cuatro murales ideados para la “Sala de lectura José Vasconcelos” en los Talleres Gráficos de la Nación, hoy Biblioteca México, en la Ciudadela de la Ciudad de México, alcanzando a concluir La Voluntad de Construir, dejando en proyecto los frescos El Triunfo del Entendimiento, El Cuerpo Humano y La Imaginación, al igual que el genial compositor durangueño Silvestre Revueltas, Ángel Zárraga muere de una pulmonía mal atendida el 23 de septiembre de 1946 en Cuernavaca, Morelos a los 60 años de su vanguardista y vertiginosa edad.

Fuente de información. Pagina https://terranoca.blogspot.com/ del Filósofo Alberto Espinoza Orozco.

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