Parral.- En el 2008 las lluvias en gran parte de la entidad ocasionaron daños en al menos 20 municipios, pero sobre todo, en la llamada “Capital del Mundo”, en donde el rompimiento de dos presones se llevó a su paso gran parte del cementerio y causó estragos en 16 de las 54 colonias. -en ese entonces-, de la ciudad y que a muchos trajo a la memoria la gran inundación de septiembre de 1944.
Hace 12 años la lluvia incesante también estuvo presente el 30 de agosto. Era el segundo día de pertinaz lluvia, como sucede ahora. Este temporal lluvioso trae a la mente aquel 31 de agosto cuando los parralenses vivieron la tragedia del Alamillo.
Fue la noche del 30 de agosto de 2008 cuando la ciudad se durmió con una inmensidad de sueños, planes y metas fijadas, sin embargo despertó inmersa entre la destrucción y la tristeza. La Capital del Mundo amaneció parcialmente devastada.
Los sueños, planes y metas fijadas, dieron un vuelco de 180 grados, pues el dolor, destrucción y desolación que dejo la tromba origino un despertar de los pobladores distinto, inesperado.
Tras 8 años de la catástrofe, el canal del arroyo de El Alamillo no ha sido puesto a prueba para lo que fue construido, si bien las fuertes corrientes han circulado a la perfección, una cantidad de agua como la que cayó la tarde noche del 30 y madrugada del 31 de agosto del 2008, no se ha vuelto a registrar.
El 30 de agosto del año 2008, sábado, las intensas lluvias se hicieron presentes alrededor de las 10 pm, las cuales azotaron a la localidad con gran fuerza a partir de las 3 am del día siguiente.
La intensa precipitación trajo como consecuencia que aumentara la capacidad del Río Parral propiciando su desbordamiento, pasando por los sectores de la Che Guevara, La PRI, Las Quintas y por último el arroyo El Alamillo; entre otras.
Después de que las corrientes del mismo se abrieran paso por la colonia Las Fuentes, avanzó por la calle Churubusco y posteriormente por la colonia de El Parque, dejando a su paso una senda de horror y destrucción.
Desgracia de éste nivel no se había visto desde el 8 de septiembre de 1944, cuando los parralenses fueron víctimas de una inundación.
La herida que dejaron las bravías aguas aun no cicatriza, varias viviendas no se lograron reparar por falta de recursos y otras ni siquiera inician el proceso.
Los apoyos de los gobiernos fueron insuficientes, un crédito blando para remodelación se quedó en el tintero, el proyecto del canal se concluyó en base a lo acordado, no sabemos sí funcionará con otra creciente, pero sí nos garantiza que nadie va a volver a construir sobre el cauce.
Una de las escenas más fuertes después de lo sucedido, fue contemplar los cadáveres que se encontraron flotando en las calles, debido a que una de las bardas de El Panteón de Dolores, que se encuentra al lado de El Alamillo, se derrumbó. Lo que trajo con ello el removimiento de varias tumbas.
Para atender el problema en el que se encontraba sumida la ciudadanía, a la zona llegaron más de 200 elementos del ejército mexicano, bomberos y rescatistas de la Cruz Roja, al igual que policías de seguridad pública, quienes realizaron heroicamente una gran labor de salvación.
El recuento de los daños fueron devastadores, dejando un saldo de 300 viviendas destruidas, 84 edificios derrumbados, 250 vehículos dañados y un número incierto de muertos y desaparecidos.; tales pérdidas se calcularon en 100 millones de pesos.
La tragedia cobró la vida de cuatro personas. Dejó 1,547 damnificados, atrapados 66 vehículos, devastó parte del viejo panteón de Dolores; el cauce cargó con dos mil tumbas que desparramaron los cadáveres en las inmediaciones.
Gracias a la cooperación de los municipios aledaños, de la ayuda del gobernador del Estado de Chihuahua, José Reyes Baeza Terrazas y el presidente municipal, el licenciado Oscar González Luna, la región de Parral salió adelante.
El apoyo económico que se invirtió entre acciones y obras públicas fue de 265.19 millones de pesos en su monto total, con el cual se proporcionó alimento, vivienda, muebles y ropa a los damnificados. Así mismo, se reforzó la seguridad para lluvias futuras.
El 31 de agosto será por siempre una fecha en la que la suma de todos los miedos aflorarán en el corazón de los parrenlenses y que nos recordará que somos sobrevivientes de una catástrofe, que hoy por hoy nos hace más fuertes.
Pero apenas se logra comprender este hecho y en la mente se agolpan los recuerdos de 1944, un 8 de septiembre, hace 72 años, cuando la creciente llegó por el río Parral, arrasó con una buena parte del centro, dejando alrededor de 3 mil 400 damnificados y cobró 31 vidas.
De acuerdo a información periodística consultada, la creciente empezaba a alcanzar los puentes desde las 20:00 horas. Empero, para la medianoche prácticamente habían sido superados por la creciente que había reclamado ampliamente su cauce. Generó alarma entre los vecinos considerando que el río atraviesa la ciudad.
Por la noche, cerca de las 23:00 horas, el agua había empezado a salirse de cauce. Invadía calles e inundaba casas en la 20 de Noviembre, plaza Principal, Colegio, Guadalupe Victoria, Independencia, Agustín Melgar y desde luego la Maclovio Herrera y Jesús García, todas formaban parte de una laguna cuyo nivel fácilmente era de un metro de alto.