Por: Karla Tinoco
Los feminicidas tienen tres caminos: enfrentar la justicia, mantenerse ocultos o morir. No hay más.
Héctor Luna, Florentino Guzmán, Manuel Vargas, Jesús Antonio y Ángel Rodríguez son algunos homicidas que decidieron acabar con su vida, después de haber asesinado a sus parejas.
Para Manuel Salazar Enríquez, especialista en psiquiatría y psicoterapeuta adscrito al Instituto de Salud Mental (ISMED), el perfil que comparten este tipo de feminicidas cumple con diversas características patológicas que posiblemente no fueron detectadas y se desarrollaron con el tiempo:
“Casi todos los homicidas-suicidas tiene un historial que lo caracteriza por haber sufrido de maltrato en la infancia, abusos físicos, sexuales, tratos negligentes, maltratos escolares, posibilidad de no haber atendido la patología mental que tuvieron y parece que la culminación del enojo de su patología mental tiene que ver con el daño a personas inocentes.
En el caso de esta manifestación que hoy vivimos en México y en el mundo, que es el feminicidio, la posibilidad de detectar problemáticas mentales detrás de las personas, seguramente es una asignatura pendiente”.
Diversos especialistas en psiquiatría como Javier Fernández Teruelo (2011) que han estudiado la relación del feminicidio-suicidio, coinciden en que previamente existe “una relación de dominio y dependencia entre el victimario y su víctima”. Sin embargo, el ataque ocurre cuando hay una ruptura o una amenaza de separación, lo que provoca una alteración psicológica en el estado mental y emocional de algunos suicidas.
Para el experto en psiquiatría, Manuel Salazar Enríquez, un feminicidio no se trata de una situación aislada ni de improvisación, pues previamente envió señales de acoso hacia su víctima que no fueron detectadas ni sancionadas, porque se normalizaron:
“Una persona que llega a cometer tal barbarie, seguramente, en un porcentaje alto, encontramos algunos trastornos de la personalidad sociopática, personas que no tienen sentimientos de culpa, que son manipuladoras, personas narcisistas malignas que son egoístas, carentes de empatía.
Además, del consumo de sustancias, o bien, algunos trastornos psicóticos y uno de ellos es la celotipia, que es esa actitud de celos enfermos patológicos que a veces configuran datos que no son reales y que los llevan a dañar o a matar a sus víctimas”.
Una de las historias más dramáticas fue la ocurrida recientemente en la colonia Loma Bonita, hasta donde llegó Ángel Jaziel Rodríguez y tras discutir con su ex pareja, Tania Lizbeth, la asesinó frente a sus hijas menores.
En su huida, unos kilómetros más adelante, la culpa también lo agobió hasta que se suicidó.
Comúnmente, se considera que enfrentar la justicia y asumir mayor conciencia sobre el feminicidio, puede orillar a los victimarios a quitarse la vida.
“Cuando se ha estudiado a estas personas en autopsias psicológicas en etapa post-mórtem se ha encontrado en el 99 por ciento presentaban patologías mentales no detectadas. Esto nos lleva a pensar que hoy vivimos en una cuestión de desconocimiento, donde vemos a personas que funcionan y se mueven en la sociedad, pero olvidamos que hay muchas de ellas que presentan patologías mentales”, explica el especialista en psiquiatría y psicoterapeuta del ISMED.
Reconstrucción de infancias sobrevivientes
La orfandad de los niños, niñas y adolescentes los coloca en un estado de indefensión en la que experimentan múltiples problemas psicológicos, como el estrés postraumático que les impide llevar su vida con normalidad si no es atendido con urgencia. Se detalla la importancia de perder a uno de los padres en la primera década de su vida:
“Uno de los indicadores para que una persona presente una patología mental a lo largo de su vida, es haber perdido a los padres o a alguno de ellos en los primeros 12 años. Ya de entrada, tienes un riesgo altísimo de desarrollar diversos problemas”.
Y es que la forma en que perdieron a sus padres coloca a las víctimas indirectas como espectadores de un escenario devastador, donde las lesiones emocionales permanecerán para siempre.
“Por el hecho de haber perdido a la madre, y por haber vivido violencia por el padre, a ellos les da un riesgo altísimo para desarrollar alguna problemática psicoemocional severa a lo largo de su vida. Aún con tratamientos existe el riesgo de que aparezcan algunas situaciones.
Es necesario que estos niños cuenten con factores intrínsecos de resiliencia, con la red de apoyo en la que están les genere un ambiente sano, que reciban una nutrición emocional bastante fuerte para que puedan pasar las etapas de mayor riesgo y puedan crecer como adultos estables a pesar del estresor tan fuerte que vivieron”.
En 2021 la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes lanzó el Protocolo Nacional de Atención Integral a Niñas, Niños y Adolescentes en condición de orfandad por feminicidio, en el que se “reconoce que las niñas, niños y adolescentes que fueron víctimas por este delito, requieren de protección del Estado para desarrollar todas sus capacidades y potencial”.
En 2019 el Estado Mexicano reconoció únicamente a 238 huérfanos por feminicidio que habían recibido atención integral, y de éstos solo seis fueron reportados por Durango.
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