La esperanza del campo mexicano y el anhelo de independencia alimentaria tienen raíz en la tierra duranguense. Así lo plantea Ismael Ayala Salazar, titular de la Oficina de Representación de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) en Durango, al hablar del nuevo programa federal Cosechando Soberanía, una estrategia nacional que pone al frijol como cultivo clave en la lucha por la soberanía alimentaria del país.
El cultivo de frijol no solo es vital para la dieta de millones de mexicanos; también es el sustento de miles de familias campesinas en Durango. El estado ocupa el segundo lugar nacional en volumen de producción, y el primero en la variedad Pinto Saltillo, altamente demandada a nivel nacional.
Sin embargo, pese a esta capacidad productiva, México aún depende del exterior para cubrir su consumo anual, que ronda 1.2 millones de toneladas. La producción interna no alcanza esa meta: varía entre 700 y 900 mil toneladas según la temporada y las condiciones climáticas.
Frente a este panorama, el gobierno encabezado por la presidenta Claudia Sheinbaum ha puesto en marcha una ofensiva agrícola sin precedentes.
Cosechando Soberanía: una respuesta integral para el campo
El programa Cosechando Soberanía se puso en marcha hace apenas unas semanas, iniciando en Michoacán y expandiéndose a Campeche, Veracruz y Durango. Esta estrategia contempla tres pilares esenciales para transformar la producción rural:
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Asistencia técnica especializada
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Créditos accesibles con seguro catastrófico
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Comercialización garantizada
En Durango ya se iniciaron asambleas informativas y talleres con productores organizados en escuelas de campo, que han venido trabajando bajo esquemas más orgánicos y agroecológicos. Según Ayala Salazar, más del 66% de los agricultores mostraron interés inmediato en acceder a los créditos, los cuales provienen de los Fideicomisos Instituidos en Relación con la Agricultura (FIRA), con una tasa anual preferencial del 8.5%.
“Es un crédito habilitante o de avío”, explicó el funcionario, “que permite cubrir gastos de mano de obra, combustible, fertilizantes y semilla. Pero para acceder, el productor debe contar con validación técnica, que nosotros como Secretaría otorgamos”.
El reto de la semilla: solución en camino
Uno de los principales obstáculos para escalar la producción es la falta de semilla certificada. Este tipo de semilla, con alta calidad genética, es indispensable para garantizar rendimiento y resistencia. Sin embargo, su disponibilidad es limitada.
“Si esperáramos a tener toda la semilla certificada que necesitamos, perderíamos al menos un año”, afirmó Ayala. La estrategia inmediata será combinar semilla habilitada (con estándares básicos) con la disponible certificada, para cubrir las más de 100,000 hectáreas que se planea sembrar en Durango este 2025.
Pero la solución de fondo ya está en marcha. El gobierno federal anunció la creación de la Productora de Semillas para el Bienestar (Prosebien), que se instalará en Calera, Zacatecas. Esta planta comenzará a operar en 2026, y su meta es producir semilla certificada suficiente para cubrir las necesidades del país hacia 2030, año en el que se espera alcanzar la autosuficiencia en frijol y dejar atrás la dependencia de importaciones.
El campo duranguense como eje del futuro alimentario
El impulso que se le está dando al frijol no solo busca incrementar las cosechas, sino también dignificar la vida del campesino. Con asistencia técnica, acceso al crédito y una estrategia nacional que respalda la comercialización, los productores de Durango no solo están sembrando legumbres: están sembrando soberanía.
“Tenemos superficie, tenemos productores y tenemos gente de buena madera”, concluyó Ayala Salazar. “Lo que faltaba era coordinación, apoyo real y visión de largo plazo. Hoy, con este programa, se está construyendo esa base”.
Por: Antonio Gaytán