El reloj marcaba poco después de las cinco de la tarde cuando la voz de alerta resonó entre la multitud. La quinta Marcha 8M en Durango estaba a punto de comenzar, con mujeres de todas las edades reunidas en la Avenida 20 de Noviembre. Su objetivo era claro: alzar la voz contra la violencia de género, una lucha que, lejos de disminuir, ha crecido con el tiempo.

Las consignas comenzaron a escucharse a medida que el contingente avanzaba: “Mujer, escucha, esta es tu lucha” y “Vivas se las llevaron, vivas las queremos”, entre otras. Las participantes portaban carteles y lonas con mensajes de denuncia, y muchas llevaban en sus manos las fotografías de mujeres asesinadas en casos tipificados como feminicidios.

El recorrido por la Avenida 20 de Noviembre transcurría en calma, pero algo era diferente este año. La principal calle de la ciudad lucía desierta, sin tráfico ni transeúntes ocasionales. Además, varios comercios optaron por cerrar sus puertas, posiblemente temerosos de que sus fachadas fueran intervenidas por la llamada “iconoclasia”.

La atmósfera pacífica se transformó al llegar a la calle Victoria. Frente al Ayuntamiento de Durango, las manifestantes pegaron viniles con los nombres de víctimas de feminicidio en el estado. Nombres como Cristina Aguilar, Nayelli Salazar, Juana Villa y muchas otras quedaron marcados en la memoria colectiva.

Uno de los momentos más tensos se vivió frente a la tienda departamental Coppel. Si bien el contingente pidió un minuto de silencio, el clamor de “Coppel, nos debes una” fue más fuerte. Un grupo comenzó a derribar las mamparas colocadas en la fachada, se rompieron ventanas y se intentó prender fuego en los accesos.

Los colectivos feministas lograron reorganizar la marcha, continuando hacia la Plaza IV Centenario. Allí, se llevaron a cabo diversas actividades y se instaló el tradicional “tendero de denuncias” frente al Poder Judicial del Estado, donde mujeres expusieron los nombres de sus agresores sin miedo a represalias.

El cierre de la jornada estuvo marcado por la instalación de una antimonumenta en la esquina de 5 de Febrero y Zaragoza. Las asistentes coreaban: “Este monumento sí me representa”, simbolizando la resistencia y la memoria de la lucha feminista.

No obstante, el punto culminante de tensión ocurrió frente al Congreso del Estado. Un grupo de manifestantes prendió fuego a una de las oficinas, lo que desató la intervención inmediata de bomberos y Policía Estatal. La evacuación del personal fue prioritaria, pero un elemento de Protección Civil resultó intoxicado y requirió atención médica. El caos aumentó cuando se reportó la ausencia de una agente, quien minutos después fue hallada y trasladada al hospital debido a complicaciones de salud.

La marcha concluyó con una mezcla de indignación, determinación y la evidencia palpable de la iconoclasia en el Centro Histórico. En los próximos días se hará un recuento de los daños y las declaraciones oficiales, pero algo es seguro: las mujeres continuarán alzando la voz hasta que la violencia de género llegue a su fin y puedan caminar seguras por las calles de Durango.

Por: Pamela Estrada