Madre ya perdonó a los asesinos de sus tres hijos, pero aún los recuerda y los llora en fechas especiales, como el 10 de Mayo.
La madre que ya perdonó a los asesinos de sus tres hijos, recuerda a éstos con mucho amor, principalmente cada 10 de de Mayo y otras fechas especiales.
Se trata de doña Josefina Valenzuela Bueno, originaria de Canatlán, Durango, quien procreó 10 hijos con su esposo José Guadalupe Bueno Esparza, oriundo de Santiago Papasquiaro, Durango.
Ellos fueron y son: Víctor Hugo, Héctor de Jesús, Blanca Sara, José Rafael, José Asención, Hugo, María Catalina, José Candelario, Luis Enrique y Claudia Aracely Bueno Valenzuela.
Nació para sufrir
Sin lugar a dudas, la señora Josefina nació para sufrir, ya que como elemento de la Policía Judicial del Estado (FGE), su esposo le daba muchas preocupaciones, dado lo peligroso del empleo.
Pero, por si fuera poco, como sus hijos prácticamente nacieron entre las armas que las empezaron a ver en la cintura y manos de su papá, tres de ellos se inclinaron por seguir los pasos de José Guadalupe.
Primeramente, ingresó a la academia del Instituto de Capacitación Policial (Incap), José Candelario, y salió como agente, pero escaló posiciones hasta llegar a comandante regional.
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José Rafael hizo lo mismo y posteriormente José Asención también se convirtió en agente, de la llamada Dirección Estatal de Investigación (DEI), con lo que las preocupaciones de doña Josefina se incrementaron, a pesar de que su esposo había dejado de pertenecer a la corporación.
La primera tragedia
Pero la presencia de armas de fuego en la casa provocó la primera tragedia familiar, cuando Héctor de Jesús, sin experiencia en el manejo de ellas, tomó una, accidentalmente se disparó y le quitó la vida, justo el cuatro de octubre de 1982.
El segundo de los hijos que perdió
Aunque Luis Enrique no escogió la carrera policial, sí consiguió un trabajo en algo parecido, como es la de vigilante, o elemento de seguridad privada, en el centro comercial Soriana.
El cinco de marzo del año 2001, al salir del trabajo, individuos desconocidos se lo llevaron en un vehículo, al no regresar a su casa lo comenzaron a buscar y lo encontraron sin vida en despoblado.
El tercero
Fue el 24 de junio de 2003, es decir, solo casi dos años y dos meses después, cuando la tragedia tocó nuevamente a la puerta de la familia Bueno Valenzuela.
Resulta que a las orillas del poblado Chacala, en el municipio de Tamazula, Durango, cayó abatido en una emboscada, José Asención, junto con otros cinco de sus compañeros:
El comandante Jesús González Franco, los agentes José Reyes García, José Ángel Alvarado Rojas, José Luis Chávez Martínez y Cristóbal Rodríguez Barrón, fueron los otros.
A los cuerpos de la media docena de agentes de la Policía Ministerial del estado (PME), los trasladaron a la ciudad de Durango para que sus familiares les dieran cristiana sepultura.
En el domicilio de la familia Bueno Valenzuela, ubicado en la colonia José López Portillo, se montó la capilla ardiente para velarlo, a donde acudió el grueso de la corporación, incluido el director Eulalio Aldama Enríquez, ahora también de feliz memoria.
Aunque a toda la familia le dolió la muerte de sus integrantes, es doña Josefina, como madre, la que sintió que le arrancaban el tercer pedazo de su corazón.
La cuarta pérdida
Cuando a solamente 15 días de que perdiera a Chon, como le llamaban a José Asención, le dieron otra mala nueva a doña Josefina, pensó que se trataba de una broma de mal justo.
Y es que el nueve de junio de 2004, relativamente cerca de la casa familiar, un grupo de individuos que se decían amigos de Lalo, como le llamaban en su casa a José Candelario, lo acribillaron a balazos.
Fue en la colonia Morelos Norte, donde el comandante Cande, como se le conocía en la Policía Ministerial, cayó abatido a tiros y aunque logró sacar su escuadra oficial, no la alcanzó a dispararla, se quedó con ella en la mano, porque sus verdugos lo conocían y se aseguraron que no la usara.
Como al agente Chon, al comandante Cande lo despidieron con todos los honores, pero quienes empezaron a llorar para siempre, fue su madre, esposa Lupita, hijos y hermanos.
Ya los perdoné; doña Josefina
Con motivo de El Día de la Madre, contactamos con la sufrida mujer, ahora de 86 años, para platicar un poco sobre sus hijos que emprendieron el viaje sin retorno:
«…cada 10 de Mayo, cuando despierto, comienzo a llorar, lloró en mi cama, pero al llegar mis nietos y otros familiares a visitarme, me reconforto un poco y lo celebramos con una comida».
Fue difícil, pero ya perdoné a los asesinos
Doña Josefina sostiene que, aunque se le hizo muy difícil y se negaba a hacerlo, desde hace tiempo perdonó a quienes le arrebataron a sus tres hijos.
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A cuatro días que llegue, doña Josefina espera el 10 de Mayo para recibir la visita de sus seis hijos que le quedan, de sus nietos y nietas, pero antes, como ocurre desde hace muchos años, llorará a los que le faltan.
Por: Pilar Aguilar