Por: Iván Ramírez M.

En Durango, no están bien las cosas, hemos olvidado que nuestro movimiento nació gracias a la sana terquedad de un hombre, un movimiento impulsado por la esperanza, la necesidad, la dignidad y el “encabronamiento” nacional de un pueblo. Un movimiento donde tiempo después se creó un partido llamado Morena y se le dijo a la gente que éramos diferentes, que aquí el dinero no importaba porque dentro de nuestra lucha estaba el separar al poder político del económico y, al definir candidaturas, lo importante sería el haber tocado puerta por puerta, la honestidad, la lealtad y trayectoria en el movimiento, pues era necesario tener formación.

A la fecha, muchos de mis compañeras y compañeros han sido excluidos, casi desterrados o tratados como relleno. Las mujeres y hombres formados en el movimiento ahora tienen más experiencia de cuando esto empezó, pero tampoco eso contó en esta ocasión. Aseguramos y pregonamos que aquí hasta el más pobre podría ser diputado al poner su nombre en una tómbola, una tómbola donde curiosa y coincidentemente la suerte ha sido casi exclusiva de los mismos de siempre.

“Quien quiera un puesto que se vayan al mercado”, esa frase se escucha fuerte en cada rincón del estado, penetrando en el sentir y la aspiración de cada morenista; frase lapidaria y aplicable a quienes no tienen dinero suficiente para estar viajando seguido a la Ciudad de México, tener un departamento allá o reunirse en restaurantes para contarles chistes y chismes a quienes consideran pueden tomar las decisiones.

“Que se vayan al mercado quien quiera un puesto”. ¡No! Esto no es un asunto de busca huesos, sino de justicia y congruencia, de sostener con hechos el que “somos diferentes”, es lo mínimo que nos pide la gente, congruencia.

Porque nos hemos llenado de soberbia y descaro pensando que los programas sociales sostendrán la marca y la marca hará magia sosteniendo lo que sea.

Les piden a compañeras y compañeros salir a partírsela una vez más en las calles si quieren un espacio en el proyecto, cuando “los mismos de siempre” nunca andan haciendo eso y son quienes se han venido quedando con ellos.

Aún estamos a tiempo de corregir el rumbo, y no se trata de ver quién llegó primero y quién al último, solo se trata de sostener lo prometido a un pueblo. Pues lo que ahora escribo no es nuevo, lo he venido diciendo desde años atrás, y va por aquellos que iniciaron y por quienes nos vieron como la opción, la esperanza de vivir en un Durango mejor.

Escribo como un llamado a recuperar la brújula, porque no era esta la idea de tener un partido donde pesa más el dinero que el trabajo, la honestidad y trayectoria; no era esta la idea, convertirnos en un partido de peones y de hacendados.