Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Política y confianza han conformado un binomio indisoluble a lo largo de la historia. El Senado romano conservaba sus tratados estatales con países extranjeros en el templo de Fides, diosa de la confianza en la mitología romana. Lamentablemente, este binomio entre política y confianza ha perdido su vigencia. Un denominador común en muchos de los actuales sistemas democráticos es la animadversión ciudadana hacia lo político y la desconfianza hacia los políticos. La clase política, lejos de ser la solución, es uno de los principales problemas. Ante ese escenario, surge la pregunta entonces de en quién confiar, a quién creerle, qué político es medianamente sincero y no está manchado de mala reputación.

Desde luego que resultaría difícil encontrar un político decente en todas sus líneas, pero sí en cambio podemos encontrar políticos exitosos, talentosos, inteligentes y profesionales en lo que hacen. Con mucha frecuencia se escucha el elogio de que fulanito tiene un gran talento político, perengano ha dado muestras de olfato político, es innegable la habilidad política del señor licenciado tal o cual. ¿Talento político? ¿Qué es eso? Pues la respuesta es muy sencilla, basta con preguntarle al licenciado Alejandro Armenta Mier, candidato de Morena al Gobierno del estado de Puebla, para que explique cuáles fueron los motivos por los que le pidió al doctor José Ramón Enríquez Herrera que se incorporara a su equipo como coordinador de campaña en la zona metropolitana. No se necesita ser adivino para darse cuenta que la inteligencia, el talento y el profesionalismo del senador José Ramón Enríquez fueron el motivo primordial por el cual el futuro gobernador de Puebla tomó la atinada decisión de incorporar a su equipo de trabajo a un ser humano excepcional en todos los sentidos.

¿Cómo definir la inteligencia política? ¿Cuáles son sus características, sus atributos, propiedades? En la actualidad es muy difícil encontrar gente con talento y cuando se trata de política aún mas, y es que la mayoría de la gente talentosa evita la política, sin embargo, existe uno que otro profesional con carreras laborales y profesionales exitosas y consolidadas que incursionan en esta actividad. José Ramón Enríquez es de los poquísimos políticos en México que utiliza la política para servirle a los demás, es de los contados políticos que se quita el saco y la corbata para a través de sus conocimientos médicos devolverles la esperanza a miles de seres humanos. Si el talento huye de la política, debemos preguntarnos como sociedad qué estamos haciendo mal. Si deseamos la supervivencia y el desarrollo de lo público y de la democracia, deberíamos aspirar a que los mejores se dediquen, aunque sea temporalmente, a la política. En la inmensa mayoría de los casos, los cargos políticos se escogen por lealtad o por confianza y no tanto por capacidad, aunque obviamente, en muchos casos, lealtad y capacidad coinciden en una misma persona, como es el caso del doctor Enríquez Herrera. Curtido en las lides políticas locales de Durango desde sus años de juventud, Enríquez Herrera pasó de ser un político local destacado a convertirse en una figura de notoria relevancia nacional.

A lo largo de esa veloz trayectoria, el carácter impulsivo, inteligente y talentoso del médico oftalmólogo le han permitido ser un político libre, de convicciones, de los que no se someten a las contradicciones y siempre estará en la búsqueda de nuevos espacios de acción política. Eso lo sabe y lo conoce Alejandro Armenta, por eso lo sumó a su precampaña, pues con la incorporación del doctor Enríquez Herrera a su equipo de trabajo, el futuro gobernador del estado de Puebla tiene la garantía de contar con la inteligencia, el talento y el profesionalismo de un político acostumbrado a bailar al ritmo de las presiones, las exigencias y los riesgos del oficio. John Fitzgerald Kennedy lo tenía claro: “Un hombre inteligente es aquel que sabe ser tan inteligente como para contratar gente más inteligente que él”.

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