Por: Margarita Valdez 

Defender desde la Constitución que no se siembre maíz alterado genéticamente es un deber de nuestro movimiento, porque este grano es parte indisoluble de nuestra identidad nacional y base fundamental de nuestra cultura y subsistencia. De ahí que acompañaremos la iniciativa que presente al inicio del periodo legislativo ante el Congreso de la Unión la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo para proteger al maíz nativo y salvaguardar la salud de las y los mexicanos.

Contrario a lo que dicen en el panel del T-MEC, hay estudios científicos que dan cuenta del daño provocado a diversos órganos del cuerpo humano por el consumo de maíz transgénico. El uso de agrotóxicos en el campo debe evitarse por el perjuicio social y a la salud que provocan, y nuestro país es vasto en variedades endémicas del grano que sustenta la gastronomía en todos los rincones de México.

Debemos revertir el fenómeno de que somos uno de los principales importadores de maíz del mundo, cuando nuestros surcos tienen toda la naturaleza y condiciones para sembrarlo. El cultivo de nuestras variedades debe ser la apuesta de futuro y por eso es necesario establecer la prohibición de los granos alterados, cuya venta beneficia principalmente a las grandes empresas trasnacionales de la industria agroalimentaria. 

En el Senado ya hemos dado la batalla contra el uso indiscriminado de los agrotóxicos en las dos legislaturas anteriores; continuaremos en defensa de la salud, con base en estudios científicos, que prueban lo dañino de esas sustancias por encima de los intereses comerciales. Vamos por el rescate de nuestra soberanía alimentaria y del campo mexicano. Desde el Senado, reiteramos el compromiso de defender al país y al maíz, en el maíz están nuestras raíces, en el maíz está nuestro futuro como nación.

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