Eduardo Campos Rodríguez, un duranguense y un ser humano extraordinario
15/04/2024 - Hace 9 meses en Durango EstadoEduardo Campos Rodríguez, un duranguense y un ser humano extraordinario
Por: Gilberto Jiménez Carrillo
Mi querida tía, la señora Petrita Meléndez, era la única mujer en Durango que sabía que con un promedio de .341 el segundo base veracruzano Beto Ávila fue campeón de bateo de la liga americana en 1954 jugando con los Indios de Cleveland. Tan solo ese conocimiento, además de otras virtudes, la convertían en una mujer única y extraordinaria.
El pasado 24 de marzo tuve el enorme gusto de presenciar en el llamado foro Sol el primer juego del Yankees versus Diablos Rojos del México. Un verdadero banquete para los que somos aficionados a este mágico deporte. Días después, recibí la llamada del licenciado Eduardo Campos Rodríguez que, entre otras cosas, me felicitó por haber asistido a presenciar el primer juego de una serie de dos entre los bombarderos del Bronx y los escarlatas. Me dijo que el béisbol es el ajedrez de los deportes y hay que entenderlo para poder disfrutarlo, además de ser un deporte para mentes brillantes e inteligentes. Como si fuera el “Mago” Septién, el licenciado Campos me narró lo sucedido en el juego del 18 de marzo de 1968 entre Yankees y Diablos. Quien impulsó las dos primeras carreras de los “pingos” fue el originario de Tlahualilo, Moisés “Moi” Camacho.
Me platicó el licenciado que él fue testigo cuando, siendo Moi Camacho presidente municipal de Tlahualilo, un grupo de ciudadanos le tomaron las oficinas durante algunos días. El entonces gobernador de Durango le preguntó si no se ponía nervioso o le causaba problema que le tomaran las oficinas de la presidencia, a lo que Moi Camacho le respondió: “Señor gobernador, eso no es nada, nervioso me pondría si sale un elevado por segunda base y se me cae frente a 15 mil aficionados”. El licenciado me platicó que el asesor de Ramón Arano, que por cierto lanzó toda la ruta en ese juego que ganaron los diablos cinco a tres y ponchó dos veces a Mickey Mantle, era ni más ni menos que el cubano Martin Dihigo y el manager de los chamucos era Tomas “Tomy” Herrera.
En lo personal, podría apostar diez a uno que solamente un puñado de durangueses, entre ellos mi amigo Roberto Montano y su señor padre, además de Francisco Bojórquez, sabemos quién fue el maestro Martin Dihigo. Campos Rodríguez me compartió que hace muchos años le rentó una casa a Jaime Favela, duranguense manager campeón con los Rieleros de Aguascalientes en 1978 y años después alcalde de Cuencamé. Le pregunté sobre un suceso relevante de los Rieleros en ese año, respondiéndome sin titubear sobre el juego perfecto que lanzó Horacio “El Ejote” Piña.
Le platiqué que mi tía Petrita sabía datos de Beto Ávila, y como si estuviera leyendo o consultando en internet, Eduardo Campos me compartió y aumentó los mismos datos expresándome que lo había conocido, y aun mejor, lo vio jugar. Esta faceta del notario y decano de la Universidad Juárez del Estado de Durango no la conocía y mayor fue mi sorpresa cuando de su boca me enteré que Lalo Campos fue campeón nacional de softbol jugando las paradas cortas, como el Alfonso “Houston” Jiménez. Por enésima vez, le pedí que considerara escribir sus memorias, pues a mi juicio, sus conocimientos, experiencia y su increíble trayectoria de vida debe ser conocida como ejemplo de una existencia útil, provechosa y de admirable pundonor. Como de costumbre, su respuesta fue sabia y maravillosa. Citó al poeta chiapaneco Jaime Sabines diciéndome: “Gilberto, morir es retirarse y hacerse a un lado, y yo me quiero morir para siempre y de a deveras”. Eduardo Campos, un hombre extraordinario, ejemplo de probidad, de integridad y carácter, todo lo pudo y renunció a fortuna y poder por amor a sus principios, convicciones y a la libertad. Larga vida al señor licenciado Eduardo Campos Rodríguez, un duranguense de los que ya no hay o quedan muy pocos, un ser humano extraordinario que me concede el privilegio de su amistad.
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