Greguerías gregarias
Por: Juan Francisco Arroyo
Siendo usted un mozuelo, carísimo lector, desconocerá lo que era y es una “puya”, usada coloquialmente en nuestros lejanos ayeres. Para no dejarlo con la interrogante, le diré que es un recurso de los buscabullas, baladrones, metomentodo, chirinoleros y burlones, que la utilizaban para cocorear a propios y extraños. En buen cristiano, eran habladas, echadas, provocaciones para que el escucha se enojara y tuviera una reacción ante la indirecta. Le cuento:
Llega un fanfarrón a la cantina del pueblo: cinto piteado, texana negra ladeada, camisa a cuadros, bota de piel de marrano, diente de oro, pulsera en la mano izquierda, lente obscuro y grita al tabernero: ¡Sírveles a estos hijos de la… gada! Al instante le brinca otro y replica: ¡Óyeme, hijo de la tuya, yo no soy ningún hijo de la… ada! Socarronamente le dice el otro con una irónica sonrisa: ¡Pues a ti que no te sirvan!, dicho lo cual suelta una sonora carcajada y se aplasta en uno de los bancos que rodean la barra de honor.
Imagínese exactamente el mismo escenario. Arriba un tomador cargando un paquete bajo el brazo izquierdo, apretándolo fuertemente con el sobaco. Sube y engola la voz, al tiempo que pregunta a los tomantes de una mesa: A ver, canijos, ¿quién de ustedes tiene los aquellos muy, pero muy grandes? ¡Yo, desgraciado dime cuál es tu… inche problema! ¡Cálmate, cálmate, no te esponjes, no te me aceleres, no es bronca, vengo ofreciendo este paquete de calzones que me quedaron grandes, no es para tanto!
Viene a colación tanto detalle porque también en las altas esferas políticas se dan semejantes casos. Quizá desconozca que a Javier Lozano, otrora secretario del Trabajo y luego senador por obra y gracia de Fecal, dígase Felipe Calderón, le impusieron como distintivo “saco de pus”. Algún día, el hoy titular del Gobierno de la Ciudad de México, Martí Batres, escribió un mensaje en redes: “Parece que la serie de Netflix sobre Florence Cassez no cayó bien el ánimo del ‘saco de pus’ abogado de Felipe Calderón, no dejen de ver la serie”. Vea como no refiere humano alguno.
Para pronto, el bueno de Javier Lozano contestó: “Si te quieres referir a mí, inche porro, arróbame y no te andes por las ramas. Por lo demás, yo NO soy abogado de Felipe Calderón”. O sea, en buen cristiano el poblano se puso el saco sin que tuviera velo en el entierro. Martí refirió saco de pus sin endilgarle a ninguna persona física tal apelativo, pero el contertulio de Alazraki se dio por aludido y de inmediato, tal cual es su temperamento, le buscó bronca al preclaro morenista.
El connotado tribuno y excelente orador don Gerardo Fernández Noroña, en una de sus intervenciones en tribuna, durante el sexenio de Calderón, dijo que estábamos gobernados por un tirano, corrupto, asesino, antidemocrático y borracho. Recientemente, a toro pasado, el legislador contó ya como anécdota que, aprovechando a un ilustre funcionario como nuncio, le reclamó a Noroña el que lo hubiera tildado de borracho, es decir, aceptó la retahíla de epítetos, pero ninguna le hirió tanto como el que lo asociara con el dios Baco y lo hiciera parecer ante los mexicanos como una torunda (dícese de la pequeña madeja de algodón que se deposita en un frasco con alcohol para usarla luego como desinfectante en heridas). Moraleja: Nunca se dé por aludido, ni se meta donde no lo llaman.