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Greguerías gregarias

23/02/2024 - Hace 3 meses en Durango Estado

Greguerías gregarias

Zona de Debate | 23/02/2024 - Hace 3 meses
Greguerías gregarias

Por: Juan Francisco Arroyo Herrera

Por razones, que por ahora no vienen al caso, no vi en su momento las aguerridas peleas de los máximos exponentes del boxeo mexicano. No fue por el prurito de que es un deporte salvaje, cavernícola y otros adjetivos que han impuesto quienes lo consideran violento. Fue simplemente porque las circunstancias laborales y de otro género así lo exigían. Ahora gracias a las redes sociales, con la tranquilidad del sillón preferido, se puede remontar al ayer y con calma contemplar tales eventos.

Obran en los archivos de la internet los momentos gloriosos de Juan Manuel Márquez, Julio Cesar Chávez, Ricardo López, Carlos Zarate, Salvador Sánchez, Marco Antonio Barrera y muchos más, pero no podía faltar Jorge “Maromero” Páez. Cuando se hablaba de él, creí que el mote era al azar,  pero ya adentrado en su vida personal, encontré antecedentes circenses donde con seguridad entrenó los lances, ademanes, cabriolas, contorsiones, saltos y graciosos movimientos que después aplicó en los encordados,  ante el enojo de sus rivales a los que sacaba de quicio.

Pensé que nadie igualaría al maromero en sus acrobacias, rayanas en el desfiguro y en el choteo, que por cierto se le daban muy bien dada la innata personalidad del pugilista. Ponía en jaque al réferi cuando abrazaba al contrincante y se ponía a bailar en sus brazos y amenazaba con plantarle un ósculo en la sangrante mejilla producto del maltrato que estaba recibiendo de las potentes manos de Jorge, que  por cierto eran letales. Le confieso que no sé mucho del boxeo, pero continuamente me remito a sus combates solo para reírme de sus desplantes.

Contra mi creencia de que nadie remontaría la fama del buen maromero, lo ha superado con creces una figura que va por los caminos del México, de Estados Unidos y de Europa, buscando no sé qué, pues los que necesita está en los pueblos, en las rancherías, en los municipios, en las calles de México. En todos estos lugares están los mexicanos a quien debe pedir su voto y no en la ayuda que le pueda proporcionar el inútil de Almagro, florero de la organización de estados americanos, así como  políticos estadounidenses que andan igual o peor que ella.

Acertó, estoy hablando de Xóchitl Gálvez, quien no ha batallado para convertirse en bufona y hazmereír de México, ante la impotencia de sus patrocinadores: PRIANRD. No concibo en qué momento le vieron estatura para llegar a la presidencia de la República. Al dar a conocer su hoja de vida dijo primero que fue gelatinera, después tamalera, le añadió ingeniera, pero todos esos nobles oficios nunca fueron tocados por la creación de Vicente Fox, quien la descubrió e incorporó a su “gabinetazo” en cuyo cargo solo demostró ser idéntica a su tutor político: no ata ni desata.

Ora se le ve brincando cual si practicara el bebeleche, ora dando unos pasos como cumbanchera, ora aceptando que la “pendejeó”, el día que se le apagó el teleprompter y justificó la suspensión de su perorata con una torpe sonrisa que precedió al “se me fue el discurso”. En otro escenario se la ve en un antro, blandiendo  una “caguama” al tiempo que confiesa que en una época preparó micheladas. Repentinamente aparece pedaleando una bicicleta para encaminarse al registro de su candidatura presidencial, en la que por cierto no estuvo ni Marco Cortés, ni Alito, ni el amanuense de ambos, Jesús Sambrano, estuvo sola y sus circunstancias; dos o tres espontáneos, que más que por convicción, se acercaron por morbo o por mitoteros.

 

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Juan Francisco Arroyo Herrera

Abogado con maestría en Amparo. Fue reportero de un periódico local y articulista en varios medios.

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