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Greguerías gregarias

30/05/2024 - Hace 5 meses en Durango Estado

Greguerías gregarias

Zona de Debate | 30/05/2024 - Hace 5 meses
Greguerías gregarias

Por: Juan Francisco Arroyo Herrera

El torreonense Fernando García Licea, experimentado facilitador en Relaciones Humanas, entre ellas la personalidad, nos dijo alguna vez que todos en alguna etapa de nuestra vida tuvimos un tutor. No en el sentido jurídico del vocablo, sino en la sociedad. Traducido al lenguaje común viene siendo un protector. Un amigo, un maestro, un familiar o un conocido que sinceramente se preocupa por ayudarnos en aquello que puede representar un avance en esta vertiginosa cuanto caótica vida terrenal.

En mi caso, lo fue el licenciado Mario Chavarría Sánchez. En los años de reportero, estudiante preparatoriano y alumno de la Facultad de Derecho, lo visité en la Dirección del Trabajo y Previsión Social, puesto que era una de “mis fuentes”. Primero me designó Procurador del Trabajo, y una vez egresado, me incluyó como maestro de la misma. Al inicio me otorgaron semestralmente las cátedras de derecho romano, civil, laboral, mercantil, teoría general del estado, garantías individuales, procesal civil, teoría general del proceso hasta que ocupe la titularidad en filosofía del derecho.

Don Mario falleció este fin de semana. No hubo oportunidad de darle el último adiós personalmente, pero junto con mis oraciones lo hice en cuanto conocí la infausta noticia. Fue durante muchos años titular de derecho del trabajo, al ser electo como director otro buen amigo, don Camerino Castro González lo designó secretario académico de nuestra gloriosa Facultad. Gracias a él ocupe sucesivamente tales asignaturas que luego me servirían en mi vida profesional. Al término del periodo del licenciado Castro, don Mario fue electo como director de la Facultad.

Cuando el licenciado José Hugo Martínez Ortiz decidió no postularse más a la Rectoría de la Universidad Juárez, como se dice ahora, quien tenía las preferencias era don Mario Chavarría para sucederle en la Rectoría. Era de esperarse una efervescencia política y el licenciado Martínez Ortiz quiso cubrir la Secretaría General con alguien de confianza que no filtrara información ni se prestara a maniobras. Fui propuesto por don Mario al rector.  En ese tiempo me desempeñaba como jefe del Departamento Jurídico de la Delegación Estatal de la SEP, bajo la batuta de otro gran duranguense trabajador, honesto a carta cabal y humanista como fue don Jorge Fernández Mier y no pude aceptar la invitación.

Por cuestiones que no viene al caso mencionar, el licenciado Chavarría decidió renunciar a la Dirección del Trabajo y tomó la decisión de salir de la ciudad. Otro excelente amigo, don Miguel Bermúdez Cisneros ocupaba la Junta de conciliación y arbitraje, por ende, su llegada a la dependencia que dejaría don Mario Chavarría era natural. Con aceptación de la CTM, fui propuesto para la Junta de Conciliación y Arbitraje. Tampoco pude incorporarme y fue designado presidente de la misma el tocayo y buen amigo don Juan Francisco García Guerrero.

Poco tiempo después, por ocupaciones propias, el doctor García Guerrero tuvo que separarse del Tribunal laboral. De nueva cuenta, fui invitado como presidente de la Junta de Conciliación, pero al mismo tiempo en la SEP, don Jorge Fernández tenía en mente una rotación de directores generales, proponiéndome la Dirección de Educación Terminal. Para mi fortuna, no se concretó y seguí en el área jurídica, más nuevamente se me dificultó integrarme a la junta.

Aunque no existieran aquellos antecedentes que acrecentaron en mí la gratitud a don Mario, su memoria merece comentarios favorables por su quehacer en Durango. Es sabido que tanto él como el licenciado Martínez Ortiz, aunque originarios de Nueva Rosita, Coahuila, aquí tuvieron plena dedicación a sus encargos igual o mejor que otros duranguenses. Cuando su servidor fungió como  Procurador de Justicia, por politiquerías en la Comarca lagunera de Durango, intentaron manchar su prestigió con señalamientos baladíes, triviales, cuanto infundados, por lo que, como se dice en el argot de los tribunales, deseché por absurdo, temerario y notoriamente improcedente el libelo relativo.

 

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Juan Francisco Arroyo Herrera

Abogado con maestría en Amparo. Fue reportero de un periódico local y articulista en varios medios.

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