Greguerías gregarias
Por: Juan Francisco Arroyo Herrera
El 17 de octubre de 2007, Vicente Fox arribó a los estudios de Telemundo, Rubén Luengas lo entrevistaría. Llegó jocoso, saludador, optimista, portando el libro que recién publicó y que años después el Fondo de Cultura Económica remataría a un peso porque no se vendió.
Todo iba viento en popa hasta que el periodista le increpó, con documentos en la mano expedidos por el Registro Público de la Propiedad de Guanajuato, sobre sus costosas propiedades y de Marta Sahagún, que al decir de habitantes de San Cristóbal les fueron arrebatadas por la pareja presidencial a base de triquiñuelas. Afloró la verdadera personalidad del zancón Vicente y se enfureció al grado de abandonar el recinto, no sin antes recriminar a Luengas que era un pésimo entrevistador.
El 14 de octubre de 2008, en un tour a Estados Unidos, Fox descendía de la flamante suburban allá en Estados Unidos, rodeado de guardaespaldas, desde luego pagados por el Estado mexicano. Un grupo de compatriotas lo esperaba para echarle en cara cómo dejó al país en ruinas, uno le gritó que renunciara a la pensión, que era un parásito.
“Parásita tu abuela”, le respondió furibundo el expresidente. Ya de regreso, el día 17 del mismo mes, fingía leer su libro; se acercó una pasajera del avión para restregarle: “Señor sin pensiones”, ahora que llegue el Peje le va a quitar las pensiones a todos. Visiblemente irritado, el grandulón la tomó del brazo y la zarandeó, al tiempo que pedía la presencia del capitán de vuelo para que lo ayudaran, además de boquiflojo resultó collón.
El 29 de febrero de 2020, el piloto aviador Emilio Ruggerio, excadete del Colegio Militar, con una residencia de 25 años en Alemania, se trasladaba en un vuelo de Frankfurt a México. Cámara en mano, anunció que en el mismo avión iba Felipe Calderón y que lo encararía para reclamar su pésima gestión como presidente de México.
Se aproximó, y tras presentarse, díjole: “Gracias por haber dejado a México hecho una porquería, vendido, robado, ojalá te lleven a juicio político por tu corrupción”, remató Emilio. El ya para entonces identificado como “Borolas” se paró presuroso y quiso rebatir con el hablante, que se retiró enfatizando sus reclamos… Hace tiempo le preguntó Carlos Alazraki si se enojaba porque le decían borracho; en el acto se embriagó de coraje por el calificativo.
El 28 de febrero de 2021, el camarada Andrés Manuel López Obrador iba de regreso de Guadalajara a la Ciudad de México tras una intensa gira de trabajo en tierras jaliscienses, como solo él las sabe hacer. Estaba a punto de aterrizar el aeroplano, cuando un grupo de cinco sujetos en coro, amarranados en un rincón de la nave, le mentaron la mamá.
El compa presidente no se inmutó. Ni siquiera hizo el intento por indagar de dónde venía el insulto y menos quiénes eran sus propietarios. Descendió en la capital como si nada hubiera pasado, ante el cobarde silencio del o enviados, que pagados, sabrá Dios por quién y seguramente envalentonados por el efecto de un enervante, hicieron lo que uno por uno en su sano juicio y frente a frente jamás harían.
Entonces, mi querido amigo, si usted en sus pláticas, conferencias, clases, homilías, notas, artículos, videos, chismes o lo que sea, trata de insultar a quien prestigiadas encuestadoras internacionales tienen como el mejor presidente del mundo, quien diariamente es visto en sus mañaneras y canales internaconectados por más de cien mil personas, en tanto que cien o doscientos “le dan manita abajo”; le decía, si usted trata de contratacarlo, diciéndole “el cacas”, “imbécil”, “el pejelagarto”, “mesías tropical”; señor mío, jamás lo va a lograr.
Es un hombre curtido, templado, forjado en la lucha de a deveras, sufrió dos robos de la presidencia, lo quisieron desafanar del Gobierno del Distrito Federal y a Fox, con toda su demencia y prepotencia, se le arrugó el án…imo.
Aunque también le voy a decir, quienes así hablamos, no somos fanáticos, no somos idólatras, no somos utópicos. Por lo que a mí respecta, confieso que no entendía eso de la Cuarta Transformación hasta que di una repasada a la historia, desde la Independencia, la Reforma y la Revolución mexicana, con acentuación en la esta última.
Aquí debo manifestarle que no coincido con Andrés Manuel en la sobrevaloración de Francisco I. Madero, que efectivamente es el apóstol de la democracia, porque preconizaba el sufragio efectivo y la no reelección; pero por lo que toca a justicia social chupó faros, toda vez que en cuanto asumió el poder ignoró a Francisco Villa y Emiliano Zapata, quienes entraron a los catorrazos porque exigían el reparto agrario y mejores condiciones de vida para los trabajadores del campo, hoy por hoy los que han bailado con la más fea.
Respecto al desastre petrolero, la energía eléctrica, los caminos y los impuestos, tuve que darle una repasada al derecho financiero y a las nociones de electricidad que obtuve en mis días de estudiante en el glorioso Instituto Tecnológico; y economía, sociología, derecho administrativo, derecho tributario, en mi querida alma máter, la Universidad Juárez del Estado de Durango.
Así pues, si se quiere entender el trajinar del compañero presidente, analice los sexenios anteriores: prolíficos en millones, neocaciques estatales, satrapillas sexenales, evasores fiscales, corrupción a gran escala. Si eso le hace feliz, seguro no es de México.