Greguerías Gregarias
Por: Juan Francisco Arroyo Herrera
Me sumo a la adjetivación de don Gerardo Fernández Noroña, quien pese al temprano desempeño de la actual Legislatura, se ha colocado como uno de los mejores presidentes del Senado, aunque le cause escozor a la Lily Téllez, y legisladores que la toleran a sabiendas de que la mujer no ha logrado sintonizar sus ondas cerebrales con la realidad; me referiré a doña Claudia como la compañera presidenta de México.
Convencida de que, para liderar y conducir al país, no hay que parecer, sino ser. Congruente con su esencia, su pensamiento y su acción, Claudia realizó un acto de desagravio a familiares de las víctimas masacradas el 2 de octubre de 1968, por Gustavo Díaz Ordaz, Luis Echeverría Álvarez, alentado por la cúpula política y empresarial de entonces. Dijo, se trataba de un grupúsculo de revoltosos que intentaban desestabilizar el país. Basta ver videos de la época, de las manifestaciones de estudiantes que al lado del pueblo repudiaban la brutalidad de las fuerzas policiales.
¡Donde sale! el primogénito de Hermelinda linda y Aniceto Verduzco y platanares, Carlos Alazraki, como dirían en mi pueblo “con su batea de babas”. El cerebro de asquel, pantalla de “atípical” un bodrio, disque canal de noticias que rebuzno: “Que chingaos sabe ella de Tlatelolco, si entonces tenía como cuatro años”. ¡Válgame la que se ca… por pe….!
Donde hijos de la tiznada estudió, si es que estudió, historia. Entonces, los grandes historiadores del cristianismo, la edad media, moderna, contemporánea y hasta antigua, son unos imbéciles porque escriben sobre algo que no presenciaron. Para los lectores del libro sagrado, aquí tienen el apocalipsis. Es una plaga de acéfalos que piensan con las vísceras, y por tanto arroja el producto del proceso digestivo.
Le digo más. Qué se puede esperar de un gran ciudadano, un conocido informador, que devastado a causa de la tragedia en Acapulco por el ciclón, al ver que nadie hacía nada, en un gesto de infinito desprendimiento y humanidad dijo a sus contertulios que estaba dispuesto a enviar cien litros de agua, pero donde podía comprar tanto líquido, que ¡cómo le hacía!. El sacó de pus, como es llamado por la musa popular Javier Lozano, atónito, exoftalmo, pregunto: ¿Queeeeee? Si, donde consigo tanta agua, dijo el querubín de Hermelinda. Todavía más azorado el saco de pus grito ¿En enserio? ¡Si, es mucha agua!, insistió el barrigón de Alazraki. Yo te llevo en mi carro a cualquier tienda.
Estos son los grandes informadores que tienen embelesado a los detractores de la Cuarta Transformación, pues como Carlitos, personaje de esta entrega recurren a la falacia, a la mentira, a la intriga, a infundios con tal de expulsar la ira, el odio, la malquerencia en contra, primero de Andrés Manuel y ahora de Claudia, todo ello, porque no han desparramado en sus bolsillos las cuantiosas cantidades por concepto de chayote, para que escribieran solo panegíricos, odas, zalamerías y todo comentario rastrero encaminado a encubrir los despilfarros de Salinas de Gortari, Zedillo, “Vizonte” Fox, Calderón, y no se diga Enrique Peña Nieto.