Cultura

Mártires de la poesía… Quebró la cuarta pared

24/08/2019 - Hace 5 años en Durango

Mártires de la poesía… Quebró la cuarta pared

Cultura | 24/08/2019 - Hace 5 años
Mártires de la poesía… Quebró la cuarta pared

Por: Francisco Márquez Razo

 

Mayra Selene Rodríguez Calleros

Una lluviosa tarde de verano, Francisco se encontraba frente a un grupo de personas que leían historias y poemas, de dos reconocidas escritoras: Hera y Yeimy.

Todos se encontraban interesados en las lecturas, a excepción de tres niños que no dejaban de jugar, reír y susurrar, la escena resultaba bastante molesta, pero el lector no perdía la cordura y continuaba con la lectura.

Pero las continuas interrupciones y faltas de respeto que aquellos niños estaban realizando, obligó a Francisco triste y desilusionado, a dar por terminada la lectura, dejando el libro sobre la mesa y salió del salón.

En ese momento un fuerte viento entró con violencia por la puerta de aquél lugar, abriendo de par en par el libro, en un abrir y cerrar de ojos apareció una chica de aproximadamente 16 años, dijo llamarse Jenny, que salía del libro, era el personaje principal de la historia que momentos antes leía Francisco.

Bastante molesta se dirigió a los tres jovencitos y les explicó: Todos tenemos diferentes intereses y somos libres de estar dónde queramos, pero así como tenemos derecho de estar en cualquier lugar, también debemos respetar el sitio y a las personas de los lugares donde nos encontramos, si no tenemos el sentido común de mostrar respeto, lo mejor es qué abandonemos el lugar.

Terminado de decir esto se dirigió al escritorio, dio un salto al libro y con un fuerte sonido como al golpear una puerta, el libro nuevamente se cerró.

Nos quedamos sorprendidos por lo que habíamos presenciado, pero nadie se atrevía a expresar palabra alguna.

Francisco regresaba y sonrió al vernos en silencio, retomo entonces la lectura justo donde la había dejado y continuó sin interrupciones hasta terminar el libro.

Sin duda los más sorprendidos fueron los tres pequeños, pues durante el proceso de la lectura no volvieron a hablar, jugar o interrumpir la lectura de Francisco.

Se había quebrado la cuarta pared y entendimos que verdaderamente los libros tienen vida propia, y qué en realidad todos los seres humanos somos libros.

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