Cultura

Un día en la Historia de Durango

03/01/2021 - Hace 3 años en Durango

Un día en la Historia de Durango

Cultura | 03/01/2021 - Hace 3 años
Un día en la Historia de Durango

Por Pedro Núñez López 

Al estar hoy en la actualidad padeciendo la pandemia del COVID-19, nos hace voltear y ver al pasado de cómo sucedían las epidemias en nuestro estado y cómo las controlaban, así como la diferencia de clases sociales que marcaba fuertemente el permanecer con vida o fallecer debido a la poca atención y escasos recursos.

Opulencia nobiliaria y epidemias, características del siglo XVIII

El siglo XVIII se caracterizó porque había dueños de grandes capitales, entre ellos fundamentalmente la iglesia, que basaban su riqueza en la propiedad raíz y eran señores de la tierra con títulos nobiliarios. Las epidemias siempre recayeron en la inmensa mayoría de la gente pobre.

De 1750 a 1800, fue la época de mayor auge del Virreinato, cuando los señores de las grandes fortunas se disputaban los títulos nobiliarios, que les daban prestigio y poder inconmensurables. Así, los condes y marqueses gozaban su modo, pero más que de ellos, el poder real era el de Iglesia, que no solo había construido templos, conventos, santuarios, sino que poseía enormes haciendas y bienes terrenales, que le redituaban lo nunca imaginado.

La propiedad terrenal de los jesuitas fue inmensa, solo en Durango poseían San Isidro de la Punta y tres estancias anexas; labor con riego y estancias de ganado mayor y caballar, además eran dueños de 56 sitios de ganado mayor y montes. Cada estancia constaba de 1 millón 750 mil hectáreas, ahora bien, sólo en el período de 1770-1790, veinte años, el obispado de Durango había recaudado en diezmos $2,016,271.00.

En contraste y con respecto a los de abajo, las epidemias, por lo general siempre venían asociadas con crisis agrícolas; estas crisis consistían en la pérdida de las cosechas, básicamente de maíz, que era el alimento de los pobres; además, en conjunto, en el siglo XVIII, se hicieron presentes la viruela, el tifo, fiebres, sarampión y dolores de costado, que regresaban en forma recurrente. Todas estas epidemias atacaron casi exclusivamente a los indios y a las castas, a los grupos miserables que vivían en pésimas condiciones de salubridad, de higiene y habitación, afectadas por la desnutrición y la pobreza permanente; estas grandes masas de infelices carecían casi de todo, sumándose a ello la aglomeración y la promiscuidad.

La pobreza extrema y la desigualdad, a través de los entierros

Otra realidad que debe sopesarse y que existió, fue la tremenda diferencia social existente en Durango, que no era exclusiva de esta localidad, pues es probable que la hubiera en todas partes y ello consta en los libros de registro de entierros. Un ejemplo que muestra esta situación, es que en 1813, año en que se registró la crisis de tifo exantemático, en sólo el mes de diciembre fallecieron 56 personas, de las cuales 49 fueron enterradas de limosna porque carecían de todo; el entierro de una persona costó 25 pesos, de dos, 15 pesos y de otras dos, 10 pesos; de ocho, 4 pesos, de una, 6 pesos, y de otras dos, 3 pesos.

En ese mismo mes, según consta en los registros, una persona adinerada, sopesando las circunstancias, acudió ante el escribano público e hizo testamento por medio del cual pagaba para que, en caso de muerte, se oficiaran por su alma 400 misas y pedía que a la Iglesia se le diera la limosna de mil pesos de su herencia, sin dejar pendiente alguna obra piadosa. Como este caso se dan varios, antes y después de esta fecha. 

Fuente:  Enrique Florescano. Estructuras y problemas agrarios de México: (1500-1821). SER México. 1971, p. 83. Colección Sep-Setentas. Epidemias y muertes en el Durango Virreinal Antonio Arreola Valenzuela pagina 99-100  imagen de la portada del mismo libro.

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