Desafortunadamente muchas personas llegan a la vejez sin acceso a una pensión y no cuentan con recursos económicos suficientes para vivir, motivo por el cual su inserción laboral se vuelve indispensable, ya sea en una empresa o en la vía pública.
El caso de la señora Tereza Montoya Marrufo, de 87 años de edad, la adulta mayor tiene que trabajar para comer o comprar los medicamentos que necesita.
Aunque la señora asegura estar sana, de repente sufre mareos y debilitamiento; ella vende dulces en el bulevar Domingo Arrieta, en la banqueta de las oficinas del PRI, dice que es mejor trabajar y Mayte es activa porque si se queda en casa entonces si se enfermará.
En México, la edad de retiro laboral está regida por disposiciones legales y por una variación según la ley que la regule, que oscila entre los 60 y 65 años (INEGI, 2000). Sin embargo, al llegar a estas edades hay quienes continúan trabajando, como resultado de un deseo personal, o bien, de la necesidad económica por la falta de seguridad económica en la vejez.
Asimismo, la señora Maria Elpidia Ríos Juárez, de 85 años de edad, se dedica a la venta de tunas en la calle Ocampo a un constado del Bulevar Domingo Arrieta, frente a Chedraui. Ella segura que recibe pensión del Bienestar y con eso compra alimentos, medicamentos y lo que necesita para subsistir.
La invitación a la ciudadanía en general, es apoyar a nuestros adultos mayores que se dedican a trabajar calle por calle, es importante comprarles producto y sobre todo, permitir que se sientan útiles en la vida. Hoy por ellos, quizá mañana por nosotros.
Por: Víctor Salas