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INVISIBLES: HUÉRFANOS DEL FEMINICIDIO

17/10/2023 - Hace 1 año en Durango

INVISIBLES: HUÉRFANOS DEL FEMINICIDIO

Local | 17/10/2023 - Hace 1 año
INVISIBLES: HUÉRFANOS DEL FEMINICIDIO

Ludivina quisiera que a sus tres nietos se les borrara la memoria para que no tuvieran que recordar aquella tarde-noche del 7 de junio de 2022, cuando estuvieron a punto de ser asesinados junto a su madre.
Las heridas que tienen en su cuerpo y en su corazón, aún son visibles. Toda la familia quedó devastada tras el feminicidio de la mayor de los Monreal Gómez, ocurrido en una casa del barrio de Tierra Blanca. El crimen, cometido por Héctor Luna y esposo de Leslie, no solo dejó dolor, sino deudas y un vacío que parece no llenarse con nada.
Tan solo el año pasado, el INEGI documentó el feminicidio de 3 mil 765 mujeres en México, por lo que en promedio son asesinadas 10 mujeres al día. En este panorama, los huérfanos del feminicidio, sus madres, padres, y hermanos enfrentan en soledad el duro golpe de quedarse en la ausencia, sin ser atendidos en un tratamiento psicológico, sin dinero para solventar los gastos que existen después de la muerte. Es decir, las víctimas indirectas, como las familias, quedan invisibilizadas ante el Estado.
De esto saben Ludivina y su hija Karina. No solo enfrentan el duelo, las preguntas de sus nietos, la ausencia y la necesidad de justicia. También, llevan a cuestas serios problemas económicos que poco a poco han podido resolver.
“No, nadie. Ninguna dependencia del gobierno. Ninguna asociación que dijera: ‘pues venimos a apoyar’. Yo he buscado, he visto muchas caras conocidas, políticas y todo. Y si me dicen si la vamos a apoyar y ya no regresan. O sea, no es que no regresen, es que yo voy. Pero después vuelvo a ir o me dan un número de teléfono y luego llamo y nada, no obtengo respuesta. Pero a nosotros ninguna dependencia del gobierno, ninguna asociación nos ha dado nada para mis nietos”.
De acuerdo con lo estipulado en el artículo 28 bis de la Ley de las Mujeres para una Vida sin violencia, las autoridades de los tres niveles de gobierno deben actuar en el resarcimiento del daño con la prestación de servicios jurídicos, médicos, psicológicos para las víctimas directas e indirectas. En el caso de los nietos de Ludivina, ninguna autoridad se ha acercado para brindar la reparación del daño.
“Empezaron a tomar las terapias en salud mental del Municipio al mes más o menos de que pasó eso y los estuvieron atendiendo. Pero hace cuatro o cinco meses, me los dieron de alta. Yo dije: ¿cómo es posible? Si nosotras vamos a necesitar una terapia, a lo mejor ellos de por vida, pero ¡ya me los dieron de alta! A mí se me hacía bien porque no está tan lejos de aquí”, dice Ludivina, refiriéndose al DIF municipal ubicado en la colonia Azcapotzalco.
Aquella tarde-noche, cuando fue atacada por su marido, Leslie fue acompañada por sus hijos a recoger un poco de ropa que tenía en su casa. Un día antes había interpuesto la denuncia ante el Centro de Justicia para las Mujeres, donde le recomendaron que no asistiera de nuevo a su domicilio, y le pidieron que se resguardara en un lugar seguro por 72 horas más. La batalla entre Leslie y Héctor, también casi les arrebata la vida a dos de sus hijos al quedar graves por 12 días en un hospital. Karina narra cómo ha sido la rehabilitación de los niños:
“Pues la niña grande le tiembla mucho su manita, porque ella recibió agresiones en su brazo. La empecé a llevar a fisioterapia, que duró más o menos dos meses y medio, casi tres. Pero, todavía hay movimientos que le causan trabajo. A lo mejor subir su brazo totalmente o girar el hombro y a nivel de salud son es más fácil que ella y el niño se enfermen, porque quedaron con sus defensas más bajas”.
Tras el feminicidio de Leslie, Ludivina y Karina han sido la contención de amor, responsabilidad y sostén económico de los niños de 8, 11 y 15 años de edad. Los gastos se exacerbaron con el regreso a clases y ninguno de ellos ha obtenido una beca que beneficie, por lo menos, en lo más indispensable para sus estudios.
“Yo acudí a Bienestar, hice la solicitud para las becas de los tres y si me recibieron la papelería en marzo y hasta ahorita no he tenido ninguna respuesta de que me hablen, porque ellos me dijeron le vamos a hablar. ¡Ya es octubre y fui desde marzo! Y bueno, pues estoy esperando, tengo ya mi número de folio, pues los apoyos no llegan”, dice Ludivina.
Para Karina, esta situación también ha sido difícil, pues tiene que contribuir en buena parte con la economía de sus sobrinos, para repartir los gastos junto a su madre.
“En mi caso, tengo dos trabajos, entonces literalmente no estoy en todo el día en la casa. Me salgo a las 11:30 y llego hasta las 09:30 o 10 de la noche y trato de poder pasar algo de tiempo con los niños y con mi mamá cuando llego de trabajo. Sí, trato de en la medida de lo posible, de estar al pendiente, de apoyar, de si se necesita algo. O sea, si trato de ayudarla en todo lo que puedo y yo le digo a veces que quisiera hacer más, pero no sé cómo hacer más”.
Tras la muerte de Leslie, entregaron la casa donde vivía su hija y no contaban con que también había sido vandalizada mientras se hacían las investigaciones. Cuando regresaron se percataron de que les habían robado muebles, ropa y otros artículos nuevos. A Ludivina no le quedó más remedio que solicitar un préstamo de 80 mil pesos para comprar un lote en un panteón, para enterrar a su hija.
“Yo solicité para poder salir adelante que todavía estoy pagando para poder también pagar el terreno donde está mi hija. Entonces para pagarlo tuve que abrir un hoyo y tapar otro”.
Ludivina dice que ella no tiene a quién exigirle justicia, pues Héctor, después de asesinar a su hija, también se suicidó:
“Yo no tengo a quien pedirle justicia, mis nietos se quedaron sin madre, por culpa del padre. Y yo a nadie le puedo decir: ‘usted fue el culpable, venga, y ahora hágase cargo. A nadie le pido justicia solamente a mi Padre Dios, porque solamente él me ha sacado adelante, nos ha sacado adelante a todos. Pero justicia de la tierra no hay”.
Ludivina y su hija Karina, solo piden justicia para hacerse cargo de la educación, salud, alimentación, tratamientos psicológicos y médicos, así como tener el ingreso que les garantice enfrentar el feminicidio de Leslie junto a sus nietos.

Por: Karla Tinoco

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