Por: Nallely Urbina O.
Hace cinco años, Giovani salió de la Casa Hogar de Chihuahua, aunque no tenía un lugar a dónde ir, no tenía alguien que lo esperara, sus únicas pertenencias eran la camisa, pantalón y zapatos que vestía.
«Crecí al lado de mi hermano y a mi hermana el DIF la dio en adopción y ya no supimos nada de ella», recuerda y con la mano izquierda se talla el rostro, como para acordarse mejor.
Comparte su historia, ahí en la calle, donde ha vivido la mayor parte del tiempo luego de que, como él dice, fue «liberado» de la Casa Hogar.
«A mi y a mi hermano nos mandaron allá por el lado de Veracruz con una licenciada, la licenciada adoptó a mi carnal», a Giovani no lo adoptaron.
«Dije si me voy para otro estado pues no pierdo nada, no tengo casa, no tengo familia, ando yo solo rascándome con mis propias uñas», eso pensó cuando a sus 18 años fue «liberado».
Tras esto, comenzó a vivir en la calle en donde recuerda «pasas hambre, a veces no te bañas, a veces que andas cansado y no te puedes acostar, hay veces que no te puedes dormir en la noche porque te tienes que estar cuidando».
Según la carta de liberación expedida por el DIF, fue separado de su madre porque esta no podía cuidarlo a él y a sus hermanos.
El documento asegura que hicieron un estudio luego de que mediante una llamada telefónica alguien denunció lo que sucedía en la antigua casa de Giovanni.
«Se siente triste porque uno vive solo, uno anda solo», explica. Los momentos más difíciles los ha pasado en navidades, recuerda porque estaba en la calle.
Para no volver a las calles
Ahora Giovanni vive en Tambitos, que alberga a personas en indigencia.
Su deseo es tener una casa y no volver a pasar frío, «a veces no podía dormir por el frío y la neta me ponía a caminar».
Giovanni no tiene recuerdos de sus papás u otros familiares, «la verdad no tengo idea qué se siente tener una mamá o qué se siente tener un papá», dice.
Pero conserva la imagen de las personas desconocidas que cada año iban a Casa Hogar a llevar regalos y celebrar. «Mucha gente que iba a visitarnos, nos llevaban comida y nos llevaban regalos».
Algunas cosas que Giovani no comprende es qué pasó con sus padres, por qué su abuelita ya no los pudo cuidar y por qué a los 18 años lo liberaron sin tener a donde ir.
«Cuando me la veo difícil trato de calmarme y dejar que las cosas se den por sí mismas», esto es lo que le ha enseñado la vida en soledad.
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