Los casos de VIH positivo en el estado se duplicaron este año, cada vez más personas se enfrentan a esta enfermedad, que ya no se considera causante de muerte inminente puesto que hay un tratamiento con el que las personas pueden vivir bien.
No obstante, este tratamiento médico, en ocasiones no es acatado, especialmente por pacientes que son discriminados y rechazados por sus seres queridos.
«Si yo tengo una situación complicada y no la estoy compartiendo, no estoy hablando de que me duele, no estoy hablando de que me causa tristeza, preocupación, porque ya sé que si hablo va haber un rechazo pues no tengo un grupo de apoyo», explicó Luis Pacheco, psicólogo del Centro Ambulatorio para la Prevención y Atención en Sida e Infecciones de Transmisión Sexual (Capasits).
Esto empeora cuando quienes rechazan al paciente son su familia, pareja o hijos, y es la principal causa por las que algunos pacientes pierden adherencia al tratamiento, lo que pone en riesgo su vida, advirtió.
Además de abandonar el tratamiento, hay quienes tras ser discriminados por sus seres queridos pierden su trabajo o renuncian, ya que piensan que la discriminación es inminente.
El psicólogo, que atiende a los pacientes que resultan positivo en la prueba de VIH, comentó que, «dejan el trabajo por miedo al rechazo; porque si mi familia ya me rechazó, obviamente mis jefes, mis compañeros de trabajo lo van a hacer».
Este problema se asemeja a «una bola de nieve que va creciendo poco a poco». El resultado alertó, es la pérdida de la adherencia al tratamiento ya que los pacientes «no tienen una motivación, no le ven sentido a la vida».
A pesar de los intentos por erradicar la discriminación hacia esta población, según la Encuesta Nacional sobre Discriminación, un tercio de la población en nuestro país, cree que convivir con una persona con VIH o SIDA siempre es un riesgo.
Además, un 36 por ciento de las personas, dijo que no rentaría una habitación de su casa a alguien con VIH o SIDA.
De esta manera, los pacientes se enfrentan a un panorama adverso incluso en su propio hogar.
«Es cuando empiezan a perder sentido», indicó el terapeuta. Por eso el acompañamiento psicológico para los pacientes con VIH y SIDA, es esencial.
Desde el primer momento que reciben el diagnóstico, se ven afectados en su salud mental y emocional.
«La reacción principal es un estado de shock, o sea muchas veces dicen no se como me siento, no me esperaba esto, vine nada más para checar, para saber que estaba bien», relató el psicólogo.
Al informarle a una persona que es positivo a VIH, el entrevistado indicó que presentan «culpa y tristeza, la cual es porque hay una idea de muerte inminente».
Son muchas las ideas erróneas sobre el VIH, que aún persisten, por lo que cuando una persona es rechazada por sus seres queridos, además abandona su tratamiento médico y psicológico, pueden surgir patologías mentales.
De acuerdo con el psicólogo, «generalmente suelen desarrollar depresión ya como trastorno o trastorno de ansiedad», aunque «son pocos» los casos «porque en su mayoría llevan un proceso terapéutico».
Si no se atienden, podrían afectar «el tratamiento antirretroviral, éste podría no hacer su función».
Por ello cuando el paciente presenta una patología mental, es canalizado a un centro especializado para evitar que una mala salud mental, afecte al tratamiento.
Se solicita ayuda del Hospital de Salud Mental, indicó el psicólogo, pero en el caso de las redes de apoyo, como la familia, si los rechazan «no podemos hacer más allá de buscarlos, si no vuelven a consulta marcarles o buscarlos en su domicilio, más allá de eso no está en nuestras manos», admitió.
En nuestro país, más de cuatro mil 980 personas mueren por este virus cada año, lo que se puede traducir en 13 personas al día. La pregunta es cuántos de estos pacientes abandonaron su tratamiento tras la depresión por el rechazo y la discriminación. No hay una cifra, casi siempre son historias que nadie relata y que no se contabilizan.