Por Brenda Maurer
Este miércoles el tradicional Panteón de Oriente, en la capital Duranguense, se llenó de vida, ya que, fueron miles y miles de personas las que acudieron a honrar la memoria de sus seres queridos; y llevarles algunos presentes como dulces, su fruta o refresco favorito, entre otras cosas que en vida, disfrutaban mucho.
Como solo los mexicanos lo sabemos hacer, el día se vistió de colores; de aromas, de recuerdos, nostalgia, música y oración. Pero, también fue la oportunidad para que los vivos, como cada día; emprendieran la lucha por ganarse la vida en esta fiesta en honor a la muerte.
Así fue como algunos de los 800 comerciantes que se instalaron en esta romería aprovecharon para vender flores, aguas, cacahuates; tacos, trastes, ropa, artesanías y muchas cosas. “Andamos bien cansados, pero hay que aprovechar para recuperarnos en ventas” dijeron. Algunos más, lo intentaron al buscar colocarse en algún “pedacito” o introducir al camposanto hieleras con “tamalitos” para vender, pero al no tener permiso fueron retirados por los inspectores municipales.
Solamente el martes primero de noviembre entraron 17 mil personas al panteón, pero el mero día, según el dato histórico, entrarían 200 mil. La entrada del camposanto ya no fue ocupada por filtros sanitarios, se les dijo adiós a esas medidas AntiCovid. En su lugar, solo había una mesa en la que personal de la dirección de salud estaba presto para atender a quienes se les bajara la presión o algo así.
Tras dos años y medio de pandemia, parece que las celebraciones van recuperando su cauce. A simple vista podemos notar que Durango tiene recuperación económica y los ciudadanos han recuperado la confianza de salir. “Durango está resurgiendo de las cenizas que nos dejó la pandemia” afirmó el regidor, Humberto Santana Guerrero.