Análisis de altura… El Churumbel tenía razón
Por: Eduardo Ortega Solano
Desde hace más de siete años, cuando inició el programa “Cueva de Lobos”, me convertí en un invitado permanente de su titular, Dionel Sena. En un principio el formato era diferente, en la primera media hora solo estábamos los dos y en los 30 minutos restantes nos acompañaban una o dos personas del entorno político. Fue en uno de esos programas cuando, seis meses antes del proceso electoral del 2018, nos acompañó Luis Angel Martínez Diez (El Churumbel), donde afirmaba categóricamente: “¡Lopez Obrador ganará las próximas elecciones de forma contundente, aplastante!, pero además en el 2024, con un margen todavía mayor obtendrá el triunfo Claudia Sheinbaum, convirtiéndose así en la primera mujer presidenta de México”.
Además, ya en tono de broma, El Churumbel agregó: “Aquí todos somos muy jóvenes, nos vemos en seis años para que comprueben lo que les estoy diciendo”. Esta promesa sí la incumplió, pues mi amigo El Churumbel partió de este plano terrenal en septiembre del 2023. Hoy me parece estarlo escuchando de forma eufórica y gritona “¡Ves, hermanito, tenía razón… te lo dije!”. De esta anécdota puede dar fe el propio Dionel, además, debe existir la grabación de la transmisión del programa.
Por supuesto que El Churumbel no tenía dotes de adivino, no podía estar seguro del triunfo de López Obrador, mucho menos del de Claudia Sheinbaum, ni siquiera de la candidatura, hasta ese momento era solo un deseo. Sin embargo, era un deseo con fundamentos, sus pronósticos los realizaba con base al pulso y conocimiento que tenía de la naturaleza humana, la historia y el entorno y sentir social. Luis Ángel no tenía televisión, era un devorador de libros, de periódicos locales y nacionales, los cuales recibía físicamente, cuando le gustaba algún artículo le sacaba copias fotostáticas y las repartía entre sus amigos.
El Churumbel nunca le entendió a las computadoras, mucho menos al internet. La columna dominical que publicaba la entregaba al rotativo en papel después de teclearla en su máquina de escribir. Tampoco utilizó celular, cuando yo me quería comunicar con él le dejaba recado en la contestadora de su teléfono fijo. Si mal no recuerdo, yo fui el que lo convenció de que abriera su cuenta de Facebook, me hizo caso, pero nunca la supo utilizar; en muchas ocasiones, yo le leía lo que escribían en su muro, a lo que siempre ponía mucha atención. Y si no me equivoco, lo que quería que se publicara en su cuenta lo dictaba a su amiga Ana Campillo.
Conocí al Churumbel en el CCH cuando fue mi maestro de lectura y redacción, con el tiempo nos hicimos amigos, y puedo decir que algunos años fuimos muy cercanos. Nos encontrábamos muy seguido en los cafés, los últimos años ya no eran encuentros de forma casual, sino que nos quedábamos de ver para hablar de futuro, presente y pasado de la política, también un poco de historia y de cultura. El análisis y la visión de Luis Ángel era desde una izquierda radical y convencida, por eso tal vez él podía ver cosas que desde una zona de confort no podemos ver.
También platicábamos de sus experiencias y vivencias, no se cansaba de mostrar su fotografía con Fidel Castro, que, si bien no eran amigos, tuvieron cierta relación; también con Hugo Chavez. El Churumbel militó en el partido comunista en México cuando era clandestino y fue encarcelado en España por actividades políticas contra el franquismo. Mis pláticas de café con El Churumbel eran deliciosas, pero también muy intensas y no pocas veces se retiraba de forma abrupta, molesto e indignado. Sin embargo, nunca nos peleamos, tan solo le echábamos mucha pasión al análisis. Apuntábamos en un papelito las posibilidades de eventos futuros, muchas veces acertábamos, otras no, a lo que El Churumbel siempre decía: “¡En esto se vale equivocarse, hermanito! Solo hay que exponer argumentos”.