Por: Eduardo Ortega Solano

En el mundo oculto y de la fantasía existen palabras mágicas, por ejemplo, hocus pocus, sim sim sala bim, presto, y de forma preponderante, abracadabra. En el mundo real, es más efectivo el uso de otras palabras que sin ser mágicas lo parecen, por ejemplo, gracias, perdón, por favor y de nada, entre algunas otras. En anteriores ocasiones, ya hemos escrito sobre el uso de frases y palabras mágicas dentro del entorno político, estas son muy poderosas ya que logran pintar en la mente de los electores, “imágenes mentales” donde se ven disfrutando junto con su familia de una vida mejor, una ciudad más bonita, un mejor ingreso, mayor seguridad, un buen sistema de salud, etcétera.

El marketing político convierte a los candidatos en un producto con características muy especiales, les atribuyen experiencia, pero también juventud, integridad, empatía, honestidad, compromiso, autenticidad, inteligencia, visión, humildad, entre muchas características más. Casi nos describen al Übermensch, el superhombre que retrata Federico Nietzsche en su obra Así habló Zaratustra, y por supuesto que el eslogan del candidato, su campaña y su persona debe ser aderezada con palabras mágicas. Por ejemplo: progreso, trasparencia, resultados, renovación, paz, justicia, solidaridad, democracia, honestidad, valiente, esperanza, etcétera, dos palabras muy influyentes son cambio y nuevo.

La palabra “cambio” fue toral en el posicionamiento de Vicente Fox en el 2000 y son incontables las campañas y gobiernos donde se ha utilizado esta palabra. Para no ir muy lejos, en Durango, la administración de Aispuro Torres se autonombró “El gobierno del cambio”, ambos gobiernos son pruebas fehacientes que cambio no es sinónimo de mejor. El presidente López Obrador le arrebata a los gobiernos panistas esta palabra mágica y la combina con otra igual de efectiva, generándose así el eslogan de “El cambio verdadero”. Aunque la palabra más acuñada de AMLO es “esperanza”, en su mandato como jefe de Gobierno en el otrora Distrito Federal lo llamó “La ciudad de la esperanza” y “Morena, la esperanza de México” es un eslogan muy posicionado.

La alianza Fuerza y Corazón por México trata de escamotear la palabra “esperanza” a la Cuarta Transformación utilizando la frase: “La esperanza cambió de manos”. En lo personal, me parecía una buena estrategia, que por algún motivo decidieron suspender.

Movimiento Ciudadano (MC) basa su campaña en la palabra “nuevo”, sin embargo, ni la estrategia, ni la palabra son novedosas. Bastaría recordar la estratagema del expresidente Peña Nieto, que, tratando de lavar la cara al PRI, presentó al “Nuevo PRI”, un nuevo partido, moderno y con una nueva forma de hacer política. A la postre, su Gobierno exhibió resultados lamentables, a pulso se consolidó como el Gobierno más frívolo y corrupto del México moderno. Como recuerdo quedó aquella famosa fotografía de Peña Nieto, franqueado con la nueva generación de gobernadores del PRI, los Duarte, Rodrigo Medina, Aristóteles Sandoval, Roberto Sandoval, Roberto Borges, entre muchos más. De esta camada hoy muchos están presos, prófugos y hasta asesinados.

Si bien es cierto que MC tiene entre sus huestes jóvenes con nuevas propuestas y trásfugas de otros partidos con buen fichaje, personajes polémicos que pueden parecer una buena opción. Pero la oligarquía y dirigencia de este partido es de lo más arcaico y viejo de la política, nada que ver con lo nuevo. Su dueño y fundador, Dante Delgado, fue discípulo y emulo del oscuro Fernando Gutiérrez Barrios. El mayor éxito de este partido es musical, primero con Yuawi López y ahora Máynez Presidente. Como en Hamelín, su única propuesta es seguir la música del flautista, ¿pero a donde nos pretenden llevar?