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Francisco Ignacio Madero… el pusilánime

18/11/2023 - Hace 6 meses en Durango

Francisco Ignacio Madero… el pusilánime

Zona de Debate | 18/11/2023 - Hace 6 meses
Francisco Ignacio Madero… el pusilánime

Por: Gilberto Jiménez Carrillo

Era un hombre bueno, pero la tierra, la tierra cruel de México había acumulado tanto dolor que terminó por convertirse en furia, en odio, en dolor y en locura. Era el momento en que las serpientes salían de las grietas, la hora en que los violentos, los rudos, que solo lloran después de haber matado, descendían por las escarpaduras de la sierra, mudos de coraje, ahogados por la magnitud de su protesta y su pobreza. No era tiempo de ingenuos, sino de agudos, no de blandos sino de recios. Y aquel hombre era bueno, estaba acostumbrado a la fácil bondad del que tiene con que darle cauce. El chaparrito nunca experimentó las humillaciones que reciben los pobres.

Francisco I. Madero tampoco era un hombre listo, ¿por qué habría de serlo? Hijo de ricos, su vida tuvo un cauce apacible, previsto, risueño, sin complicaciones. Sus meditaciones se reducían al intento de mejorar un mundo que acaso andaba un poco descarriado, pero que en su base estaba bien. Madero nunca tuvo que llegar al fondo de nada, quizá pudo haberlo hecho, pero no tuvo que hacerlo. Por eso se conformaba con poco y le satisfacían la homeopatía y el espiritismo. El hecho de que fuera apasionado lector y discípulo de Allan Kardec revela hasta qué punto era su pobre inteligencia. La impericia de Madero, su ingenuidad, su ceguera, le hicieron creer que se había convertido en el salvador de la patria, cuando en realidad un hombrecillo así no da para tanto.

El hombre destinado a ser bueno, tranquilo y un poco maniático se encontró de pronto dirigiendo a un pueblo en plana tensión revolucionaria. Era demasiado para él y su tragedia resultó doblemente dolorosa si se considera hasta qué punto fue un juguete de la historia, representante de un poder que nunca entendió y acechado por poderes que no podía concebir. Madero se encontró en medio de la borrasca sin saber siquiera navegar por aguas tranquilas, menos turbulentas. Cuando doña Sara Pérez, esposa del pusilánime, le pidió al embajador americano en México interviniera para salvar la vida de su esposo, Lane Wilson le contestó: “Señora, su marido no sabía gobernar, jamás pidió ni quiso escuchar mi consejo”.

Manuel Márquez Sterling, ministro de Cuba en México y autor del libro “Los últimos días del Presidente Madero”, logró salvar a la familia de Madero y se los llevó a la isla. Madero fue bueno como opositor, pero como presidente resultó pésimo, la prueba es que fue derrocado y muerto al año y medio de haber asumido la presidencia. Eso se llama fracaso. No es que esté denigrando la historia nacional, estoy diciendo la verdad histórica. Un presidente electo por cuatro años derrocado y asesinado a los quince meses solo debe quejarse de sí mismo. La historia lo juzga como el presidente que no supo sostenerse. Es triste decirlo, pero, con su idealismo, Madero se topó de frente con la realidad maquiavélica de la Revolución, la que en ese momento requería de mucho rigor y hasta de crueldad, dureza de la que era incapaz el bondadoso soñador, debilidad que desató la anarquía, la Decena Trágica y la muerte de cientos de miles de mexicanos que tuvieron que luchar contra Huerta, porque Madero no pudo o no supo gobernar.

Madero, sin ninguna experiencia política resultado de algún ejercicio de cargo público en poco tiempo, se vio frente a los destinos de la Nación, cargando severas críticas de enemigos y hasta de amigos. La Revolución mexicana, específicamente la actitud de Madero, es un ejemplo de lo que puede suceder cuando alguien que triunfa se acerca a sus enemigos y se aleja de sus amigos.  El pusilánime es una persona que muestra poco ánimo y falta de valor para emprender acciones, enfrentarse a peligros o dificultades o soportar desgracias. Madero fue pequeño de tamaño y de espíritu, no tuvo las agallas suficientes para gobernar a México. La política es una actividad que tiene por objetivo acceder al poder, pero una vez obtenido, dejarlo es la suerte más difícil de todas, la diferencia es que Francisco Ignacio Madero González no dejó el poder…se lo quitaron.

 

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