Guadalupe Victoria, Dgo. La Asamblea General de las Naciones Unidas declaró el 16 de mayo como el Día Internacional de la Convivencia en Paz, enfatizando la importante función de la sociedad civil, incluidos el mundo académico y los grupos de voluntarios, en el fomento del diálogo entre religiones y culturas, y alentando a que se apoyen medidas prácticas que movilicen a la sociedad civil, como la creación de capacidad, oportunidades y marcos de cooperación.
Sin embargo, para poder externar este valor tan importante es necesario que la persona se encuentre en paz consigo misma. Pues en el interior del ser humano es donde emana y se comparte.
La paz interior es una sensación de calma en la que dejamos de luchar contra los pensamientos y las emociones negativas y perturbadoras. Es un estado en el que nos apartamos mental y emocionalmente de los problemas y conflictos cotidianos.
Vivimos en una sociedad convulsa y con un estilo de vida muy agitado por los constantes problemas económicos, sociales, robos, crímenes, violencia sexual, y muchos más, que hacen muy difícil vivir en paz y con tranquilidad; por lo que, la paz interior se ha convertido en un lujo.
La paz interior es una sensación de calma en la que dejamos de luchar contra los pensamientos y las emociones negativas y perturbadoras. Es un estado en el que nos apartamos mental y emocionalmente de los problemas y conflictos cotidianos.
Los especialistas nos recomiendan atender las siguientes claves para alcanzar la paz interior: primero tiempo a solas y hacer las paces con uno mismo; luego, aceptar los pensamientos y emociones negativas, pues cuando aprendemos a vivirlos perderán su poder sobre nosotros y lograremos liberarnos de su carga. Asimismo, recomiendan evitar la crítica destructiva pues no solo hace daño a quien es criticado sino también a quien emite ese juicio de valor. Se trata de aprender a no juzgar y ser más tolerantes y flexibles.
Simplifiquemos nuestra vida, preguntándonos si estamos haciendo lo que realmente nos gusta o si estamos perdiendo el tiempo inútilmente. Practiquemos la gratitud pues siempre hay algo por lo cual dar gracias, solo hay que aprender a valorar las cosas que damos por descontado.
Demos sin esperar recibir algo a cambio y reencontremos el placer que implica el acto de dar. Aprendamos a vivir plenamente el presente, dejemos ir algunos pensamientos y practiquemos el desapego a las cosas y a las personas.
Por: Edsson Zamarripa