Los alimentos superprocesados y envasados se han vuelto frecuentes en las dietas de los estadounidenses, y los expertos advierten sobre los efectos potenciales.

Investigaciones recientes han demostrado que el 60% de la ingesta calórica diaria de los estadounidenses proviene de alimentos ultraprocesados (UPF).

Un estudio publicado por el BMJ reveló que la exposición a los UPF se asoció con 32 malos resultados de salud, incluidas complicaciones mentales, respiratorias, cardiovasculares, gastrointestinales y metabólicas.

Algunas de las afecciones relacionadas incluyen cáncer, enfermedades cardíacas, síndrome metabólico, enfermedad del hígado graso no alcohólico y diabetes tipo 2.

Si bien la dieta de Estados Unidos es un 60% ultraprocesada en general, la nutricionista dietista registrada Ilana Muhlstein advirtió que el consumo entre los niños estadounidenses es incluso mayor que eso.

«Con los niños, en realidad es más del 70%», dijo el experto con sede en Los Ángeles a Fox News Digital. «Eso es realmente salvaje cuando lo piensas».

«Lo que comemos define cómo funcionan nuestras células, cómo funcionan nuestros órganos, y estamos viendo un fuerte deterioro en la salud mental y el bienestar».

Muhlstein explicó que las personas no consumen las vitaminas, los minerales o las fuentes de grasas saludables como las generaciones anteriores.

En cambio, los niños de hoy ingieren «mucha grasa» que proviene de los aceites de semillas ultraprocesados, los alimentos fritos y los alimentos azucarados, dijo.

«De hecho, estamos viendo que esta próxima generación podría ser la primera generación en… tienen una esperanza de vida más corta que la de sus padres debido a factores de nutrición y estilo de vida», dijo Muhlstein.

El objetivo no es necesariamente llegar a un 0 por ciento de alimentos ultraprocesados, anotó Muhlstein, ya que eso probablemente sería poco realista.

Los estudios han mostrado que proporcionar a los niños una dieta nutritiva mejora su bienestar mental, su conducta y sus logros académicos, anotó Muhlstein, que imparte un curso de nutrición para niños llamado «Raising Balanced Eaters».

«Pero en este momento, si vemos que los niños comen alrededor de un 70 por ciento de alimentos ultraprocesados y solo el 30 por ciento de sus calorías provienen de alimentos integrales, el objetivo sería revertir eso».

La nutricionista animó a los padres a seguir la «regla 80/20» al alimentar a sus hijos, que incluiría un 80% de alimentos integrales como huevos, pescado, carne, frutas y verduras, y un 20% de alimentos no tan nutritivos como papas fritas, galletas y helados.

Alternativas más saludables para los niños

Muhlstein enumeró algunas alternativas a los alimentos ultraprocesados que son populares entre los niños.

Esto incluye el uso de salsa marinara en lugar de salsa de tomate en alimentos como nuggets de pollo y papas fritas.

«[Marinara] tiene menos ingredientes [y es] mucho más bajo en azúcar», dijo. «De hecho, ves trozos de tomate, algo de albahaca, tal vez está hecho con un poco de aceite de oliva u otro aceite saludable y un poco de sal».

«Sigue siendo cremoso, sigue siendo rojo, sigue siendo sabroso y está un paso más cerca de menos procesamiento».

Para los alimentos procesados populares, como los nuggets de pollo, que han sido «todos mezclados y separados mecánicamente», Muhlstein sugirió cambiar a tiras de pollo y pasar gradualmente hacia horneados en lugar de fritos.

Incluso en una barbacoa, el experto recomendó la decisión simple y saludable de elegir una hamburguesa en lugar de un perrito caliente.

«Las salchichas suelen estar hechas con nitritos y nitratos», advirtió. «De hecho, tenemos investigaciones increíbles que muestran que aumentan el riesgo de ciertos tipos de cáncer».

«Cuando puedes pasar de un hot dog a una hamburguesa, por lo general es solo carne molida… con un poco de condimento», continuó el experto. «Ya es un buen paso en la dirección correcta de menos procesamiento en general».

Muhlstein animó a los padres a tomar estas transiciones «paso a paso» y a «estar realmente alegres» por la experiencia para mejorar la actitud de sus hijos.

No abordar los hábitos alimenticios de un niño y asumir que podrían «superarlos» podría tener consecuencias a largo plazo, advirtió.

«Si no expones a tus hijos a sabores y texturas más allá de los nuggets de pollo, los yogures azucarados, las papas fritas, los perros calientes y la pizza, es muy poco probable que establezcan un mejor paladar y una relación más saludable con la comida en el futuro».

El experto recomendó sentarse a comer en familia, y anotó que es una de las formas más «bien investigadas» de reducir los trastornos alimentarios.

Esto incluye apagar el televisor y los aparatos electrónicos durante la cena, dijo, ya que los estudios muestran que ver la televisión durante las comidas conduce a un mayor consumo de UPF.

«Solo de tres a cinco comidas familiares a la semana pueden reducir el riesgo de trastornos alimentarios de una persona», dijo. «Está [comprobado] que brinda una relación saludable y positiva en torno a la comida, especialmente si puedes hacer que las conversaciones sean alegres… Que sea algo positivo».

«Es una excelente manera para que la familia se conecte, para que los niños vean a sus padres comer una comida saludable y para que todos regresen a más comidas y menos bocadillos sin sentido».