Un vuelo proveniente de San Diego, Estados Unidos, aterrizó en la capital de Costa Rica, San José, con un total de 135 migrantes provenientes de distintos países, entre ellos, 65 niños y dos mujeres embarazadas. Esta llegada se da en el marco de un acuerdo entre el gobierno costarricense y el estadounidense para albergar de forma temporal a 200 migrantes.

El viceministro de Seguridad, Omer Badilla, informó que estos migrantes tendrán una estancia legal de un mes en Costa Rica, con la intención de buscar retornos voluntarios en la medida de lo posible. «La mayoría tiene el deseo de regresar a sus países, pero se atenderán casos específicos», mencionó Badilla.

El grupo está conformado por 70 adultos, incluyendo a las dos mujeres embarazadas, que trasladaron en autobuses a un centro de atención de migrantes cerca de la frontera con Panamá, aproximadamente a 370 km de San José, para continuar con el proceso de repatriación.

Se destaca la diversidad de nacionalidades presentes en este grupo de deportados, con representantes de Uzbekistán, China, Armenia, Turquía, Afganistán, Rusia, Georgia, Vietnam, Azerbayán, Irán, Jordania, Kazajistán y Ghana. Esto refleja la complejidad y alcance de la problemática migratoria a nivel mundial.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha mantenido una postura firme en cuanto a la inmigración y ha presionado a varios países de la región para colaborar en la materia. Costa Rica y Panamá se han convertido en puntos de tránsito para las deportaciones masivas ordenadas por el gobierno estadounidense.

Es importante mencionar que este no es un caso aislado, ya que recientemente, un grupo de 177 migrantes venezolanos fue trasladado desde Guantánamo a Honduras, con destino final a Venezuela. La crisis migratoria en Latinoamérica sigue siendo un tema de gran relevancia y complejidad.

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