En un gesto de gran significado diplomático, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, recibió este viernes en la residencia presidencial de Camp David al primer ministro de Japón, Fumio Kishida, y al presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, para celebrar la primera cumbre trilateral independiente entre los tres países. Los líderes acordaron abrir una nueva era de cooperación en materia de seguridad y estabilidad en la región de Asia-Pacífico, frente a los desafíos que plantean China y Corea del Norte.

Entre los acuerdos alcanzados, destaca la puesta en marcha de una línea directa de comunicación, conocida como un ‘teléfono rojo’, que permitirá a los tres países intercambiar información y coordinar acciones rápidamente en caso de crisis con Corea del Norte o China. Este mecanismo recuerda al ‘teléfono rojo’ que existía entre EE.UU. y la Unión Soviética durante la Guerra Fría para prevenir un conflicto nuclear.

Asimismo, los tres líderes firmaron una declaración conjunta, llamada el Espíritu de Camp David, en la que expresaron su compromiso con la paz y la seguridad en la región, así como su rechazo al “comportamiento peligroso y agresivo” reciente del Gobierno de Pekín en relación con «reivindicaciones marítimas ilícitas en el Mar de China Meridional».

Los tres países también se comprometieron a celebrar anualmente cumbres trilaterales e institucionalizar su colaboración, que no dependa de los vaivenes de la política interna de cada país. Además, se comprometieron a consultar entre sí antes de tomar decisiones militares que afecten a la región.

Biden destacó la importancia de la alianza entre EE.UU., Japón y Corea del Sur, a quienes calificó como «aliados capaces e indispensables»

“Nuestros países son más fuertes y el mundo será más seguro si permanecemos unidos”, dijo el presidente estadounidense. Por su parte, Kishida y Yoon coincidieron en resaltar el valor histórico y estratégico de la cumbre.

La reunión en Camp David ha sido la primera cumbre trilateral independiente que se celebra entre los tres países, que han protagonizado un acercamiento tras décadas de tensión por la brutal colonización japonesa de la península coreana entre 1910 y 1945. Estados Unidos ha estado actuando como mediador entre bambalinas de Japón y Corea del Sur con la idea de forjar un frente común que sirva de contrapeso al auge militar de China en el Pacífico y que permita coordinar acciones frente al programa nuclear de Corea del Norte.

La cumbre ha despertado recelos en Pekín, que ve con preocupación el aumento de la cooperación entre los tres países. El periódico Global Times, en la órbita del Partido Comunista Chino, sostuvo que los tres países están formando «una estructura de mini OTAN que será destructiva para la seguridad regional, complicando la situación con más conflictos». Sin embargo, los líderes trilaterales negaron que su cumbre fuera contra China ni implicara una “mini OTAN” del Pacífico.

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