En Papúa Nueva Guinea, una ola de disturbios ha sacudido al país, dejando un saldo de al menos 16 personas muertas. Ante esta situación, el primer ministro James Marape ha declarado estado de emergencia, con el objetivo de controlar la escalada de violencia y restaurar la paz en la nación.

Los disturbios comenzaron después de que una protesta pacífica convocada por la policía y otros efectivos de seguridad para reclamar por recortes salariales se tornara violenta. La situación se agravó cuando los ciudadanos aprovecharon para realizar saqueos y provocar incendios.

Según las cifras oficiales, nueve personas perdieron la vida en la capital, Port Moresby, mientras que otras siete fallecieron en Lae, la segunda ciudad más grande del país. Videos difundidos en redes sociales muestran almacenes envueltos en llamas y multitudes participando en saqueos, que se han extendido a otras regiones.

Antes de estos disturbios, cerca de200 policías, oficiales del Ejército y servicios penitenciarios llevaron a cabo una huelga y entraron pacíficamente al Parlamento para protestar por los recortes salariales. El primer ministro Marape y su gabinete afirmaron que este recorte no fue intencional y se debió a un fallo técnico, asegurando que los funcionarios serán reembolsados.

En busca de restablecer la seguridad en el país, Marape ha solicitado a la población que se mantenga en sus hogares. Como medida preventiva, se ha autorizado la participación del Ejército para restaurar el orden y se han desplegado mil efectivos militares en la espera de ser convocados si la violencia persiste.