Han Jiali, una joven residente en Shanghái, vivió una odisea cuando su gato, Dabai, desapareció. Durante su búsqueda, descubrió una impactante red clandestina de tráfico de carne de felinos que abastecía a restaurantes locales.

Aunque la mayoría de la población china no consume gatos, la organización Humane Society International estima que cuatro millones de estos animales son sacrificados anualmente para ser vendidos como alimento, siendo Guangdong y Guangxi las provincias más afectadas.

La búsqueda de Han Jiali la llevó a presenciar cadáveres de gatos despedazados, revelando la cruel realidad detrás de la desaparición de su mascota.

A pesar de las amenazas de muerte y el peligro al que se enfrenta, Han Jiali se ha convertido en una valiente activista que colabora con las autoridades locales para combatir este tráfico de animales.

Su determinación ha dado frutos, como la reciente incautación de un camión que transportaba alrededor de 800 gatos cerca de Shanghái. Estos gatos, atrapados en un cementerio, estaban destinados a ser vendidos ilegalmente.

La policía y las autoridades agrícolas trasladaron a los animales a un refugio, aunque no se ha especificado si eran gatos callejeros o mascotas.

Los activistas sospechaban de estas actividades ilícitas y habían seguido a los delincuentes durante semanas, sugiriendo que podrían haber obtenido hasta 20.500 dólares con la venta clandestina de carne de gato.

Han Jiali no solo ha expuesto esta realidad impactante, sino que también ha contribuido a salvar a algunos de estos animales, llevándolos a refugios gestionados por activistas locales.

A pesar de los desafíos, su labor destaca la necesidad de abordar la falta de protección legal para los animales domésticos en China y el urgente llamado a adoptar legislación que salvaguarde sus derechos y bienestar.

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